jueves, 1 de marzo de 2012

LA GIOCONDA DEL PRADO


Tras tres siglos de permanencia en las propiedades reales de nuestro país y muchos años de estar expuesta sin demasiada gloria en una de las galerías del Museo del Prado, una reciente restauración de la "Mona Lisa" de Madrid ha dejado al descubierto una magnífica alma gemela de la auténtica Mona Lisa de Leonardo Da Vinci.
La Mona Lisa de Leonardo

Hay un montón de preguntas que no tienen respuesta, al menos de momento:
* ¿Quién la pintó?
* ¿Cuándo llegó a nuestro país?
* ¿Por qué alguien, un par de siglos más tarde de ser creada, cubrió de pintura negra el magnífico fondo leonardesco de esta copia? (Menos mal que protegió con barniz el fondo, lo que ha permitido rescatarlo bajo la negrura).

El cuadro con el increíble fondo negro

Personalmente, lo que más me asombra, es que los restauradores tienen la certeza de que este cuadro fue pintado en un caballete justo al lado del caballete donde el maestro Da Vinci estaba pintando la obra original, iniciado probablemente en 1503 y que representó cuatro años de trabajo, según lo que nos dejó escrito Giorgio Vasari. Así lo muestran el planteamiento del dibujo, los retoques de la cintura, las manos, el velo, etc. Incluso los tamaños, apenas unos centímetros diferentes en ambas obras. Las diferencias están en que el autor no utilizó la técnica del sfumato que tan bien manejaba Leonardo, lo que confiere una enorme diferencia entre ambos cuadros (la sonrisa de Leonardo, por ejemplo, no tiene comparación con la de la pintura del Prado) y que, una curiosidad, la Gioconda tiene cejas en esta copia del original... Me impresiona especialmente imaginarme a un joven pintor (posiblemente los conocidos discípulos de Leonardo, Salai y Melzi) trabajando con esfuerzo, atención y devoción al lado de su maestro, y a éste comentando los pasos a seguir, enseñando la técnica como un buen profesor... En algún momento se había pensado que Leonardo trabajaba sólo, sin discípulos trabajando a su lado. Esta obra demuestra que contaba con un taller donde jóvenes promesas trabajaban como lo había hecho él de joven en el taller de Verrocchio.
Carbajo, ABC.es

Leonardo nunca se desprendió de la Gioconda, y se la llevó consigo allí donde fue durante los últimos años de su vida, probablemente trabajando y trabajando sobre ella en una especie de obsesión que hizo de este cuadro la maravilla que todos conocemos. La Gioconda acabó sus viajes en Francia, dondé Leonardo falleció, en manos del rey Francisco I y de las colecciones reales para terminar finalmente en el Museo del Louvre. En el último número de la revista ARTE (nº 157) hay un excelente artículo sobre la "Nueva Gioconda" donde, entre las muchas cuestiones que suscita esta pintura, se preguntan sobre la posibilidad de que Leonardo entregara esta copia a la persona que la encargó, Francesco del Giocondo, esposo de la retratada, Lisa Gherardini, guardándose para sí el original. Posiblemente el comprador no hubiera aceptado tal cosa, ¿o sí?. Hay que recordar que el cuadro de Leonardo tiene un carácter icónico que también es consecuencia de sus múltiples avatares vitales, que, aparte del hecho del aprecio que el autor le mostró en vida, incluyen robos famosos, utilización por artistas como Andy Warhol y la enorme publicidad realizado por el Louvre sobre esta obra. Tampoco sabemos de los gustos del Giocondo y su opinión sobre la novedad que en aquellos años representaba el sfumato... En fin, los misterios continúan...


La Gioconda del Prado viajará pronto a Paris para compartir de nuevo un espacio justo al lado de la Mona Lisa leonardina, como hace poco más de cinco siglos... Estas cosas siguen pareciéndome increíbles...


Los ojos que todos conocemos...

Los ojos de la Gioconda del Prado

La sonrisa inimitable...
 
La sonrisa del Prado

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