Debo confesar que estoy muy confuso con este tema. Vayamos por partes:
1. Me parece muy bien que los jóvenes comprometidos con la sociedad levanten la voz y dejen de estar adormecidos.
2. Aún me parece mejor que no piensen sólo en ellos mismos sino que quieran abordar cosas que nos afectan a todos.
3. Y me parece bien que para dejarse oir hagan ruido y cosas que a los adultos nos parecen inverosímiles.
Pero… y ahora voy a los “peros”…
1. Esperaba mucho más de esta movida. Los referentes quedan a años luz de lo que está ocurriendo. Sólo cabe recordar el mayo del 68 ó, para no ir tan lejos, los movimientos estudiantiles de finales de los 70 y principios de los 80, a favor de causas como la libertad de expresión o la democracia plena.
2. Percibo que los muchos años de “comodidades” que nos ha brindado nuestra sociedad del bienestar tienen como consecuencia que las reivindicaciones se queden muy cortas (listas abiertas en las elecciones, erradicación de la corrupción…) Si se pretende hacer un cambio “radical” hay que ser “radical” en las peticiones. ¡Hay que pedir un mundo diferente!
3. La desunión, la falta de organización y disciplina están acabando con la imagen de “jóvenes comprometidos en cambiar a mejor este mundo”. El golpe que el cerco al Parlament llevado a cabo esta semana ha hecho al movimiento va a ser muy difícil de superar.
En resumen, todos podríamos estar de acuerdo en que este mundo necesita reformas fundamentales y que la reivindicación más exigente de este cambio tiene que venir desde los jóvenes, pero me temo que este movimiento va a quedar en nada y se va a diluir en apenas unos meses. Veremos si es capaz de resistir el verano…
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