La teoría de la araña bípeda
Hace unos años tuve el privilegio de visitar el yacimiento de Atapuerca, en el corazón de la provincia de Burgos, de la mano de dos de sus directores, los profesores José María Bermúdez y Eudald Carbonell. En la cena que compartimos tras la visita y una serie de ponencias sobre el desarrollo de la mente humana, tuve la oportunidad de charlar largamente con el profesor Carbonell, uno de los antropólogos de mayor prestigio de nuestro país y una persona muy peculiar, de las que hay que conocer. En aquella época yo estaba muy interesado en la evolución y me parecía que tanto alarde humano era exagerado. Sigo pensando que no somos más que una anécdota si contemplamos la globalidad de la vida. Así que mientras él argumentaba a favor del papel del homo sapiens en la evolución, yo humildemente quise arrojar un guante a favor del resto de los seres vivos del planeta y poner en duda tanto argumento antropológico. Le comenté al ilustre profesor que si se considera que la bipedestación fue de gran ayuda en el desarrollo del cerebro humano, ya que liberó nuestras manos y éstas pudieron dedicarse a otros menesteres como la fabricación de instrumentos, todo ello con el lógico feed back positivo para la evolución de nuestro intelecto, ¿qué podría ocurrir el día que una araña decidiera ponerse en pié sobre sus dos patas traseras y liberara nada más y nada menos que sus otras seis patas? A eso lo llamé en mi improvisado comentario la “bipedestrial spider theory”, hice un dibujo de una araña puesta en pié sobre un papel y le pedí que me dedicara un autógrafo, cosa que el profesor Carbonell hizo con una mueca de desconcierto. Días después plastifiqué el documento que guardo con cariño.
Eudald Carbonell
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