martes, 30 de marzo de 2010

A UNA PERSONA JOVEN

Hay una edad en la que se cree haber llegado pero que aún tiene muchas metas que cruzar hasta reconocer que no hay finales, sino principios.

Somos frutas en permanente maduración. El cuerpo es fiel reflejo de los estados de madurez, pero, ¿y la personalidad?, ¿cómo aspirar a tener una personalidad madura? No soy yo quién tiene las respuestas a los secretos de la vida, pero tras medio siglo de existencia, algo de experiencia tengo acumulada.

 

En primer lugar, busca acertados modelos de identidad. En este nuevo principio en el que te encuentras, no prestes demasiada atención al fracaso, las desdichas y los negros presagios, a la gente ceniza que te ensombrezca los anhelos o a aquellos que hayan optado por malbaratar sus vidas. Ahora no toca. No pueden ser tu ejemplo.


Mi segundo consejo es que, de vez en cuando, sin obsesiones, reconozcas tus actitudes y tus limitaciones, lo que los filósofos griegos llamaban “conocerse uno mismo”. Conócete a ti mismo y pondera riesgos y expectativas.


Tercero, busca una ecuación útil y ajustada a tus pensamientos entre el corazón y la cabeza. Da igual si uno es el número base y el otro el exponencial o viceversa, pero busca el equilibro entre tu intelectualidad y tu afectividad.



Cuarto, pon límites al hedonismo que te rodea, el placer por el placer, a cualquier precio, acaba siendo una bomba de relojería, controla tus deseos y no serás esclavo de ellos.



Quinto, sé natural y sencillo, más cuánto más creas saber, muéstrate inseguro,
flexible, oscila y no te conviertas en algo compacto, sin formas ni matices.



Sexto, sé consciente de tu temporalidad, vive en el presente, asume tu pasado
y empápate de porvenir.



Séptimo, adquiere responsabilidad, esa palabra de la que tanto te hablarán a partir de ahora. Responsabilidad es responder con hechos a las obligaciones contraídas, ser fiel y saber utilizar la libertad con criterios firmes.

Octavo, cultiva las aptitudes para vivir en convivencia, no abandones con facilidad, regala y concédete siempre nuevas oportunidades, ten la calma precisa cuando se requiera y la fuerza de la determinación cuando tengas que hacer algo grande.

Noveno, cuida tu cuerpo, que es el único que tendrás para el resto del camino.


Y el último punto de este particular decálogo, mi décimo consejo es que le eches gracia a la vida, que tengas un buen sentido del humor, que te rías de ti mismo
en una muestra de categoría personal y señorío frente a las adversidades que te encuentres.


Con ello tendrás unos buenos cimientos para construir encima el edificio vital que tú desees.

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