miércoles, 12 de octubre de 2011

EL EFECTO STROOP


Conocía el efecto Stroop, descrito por primera vez por el psicólogo norteamericano John Ridley Stroop, pero no conocía que podría ir más allá que la simple curiosidad de descubrir cómo el cerebro a veces nos plantea dificultades que no sabemos controlar.

Hagamos la prueba. Intenta decir en voz alta el color de las siguientes palabras:


¿Fácil, no? Ahora prueba otra vez:


Un poco más difícil. Si hubieras utilizado un cronómetro hubieras podido contabilizar el retraso en la lectura. Esto ocurre por lo visto porque el cerebro tiene vías paralelas de interpretación, una ligada a la lectura en sí y otra relacionada con la interpretación de la palabra, con su significado. En el ejemplo anterior, si la vía neuronal que se encarga de leer la palabra y la que se ocupa de procesar el color en que está escrita son incongruentes, el procesamiento del color dificulta la lectura, aunque no logra interrumpirla por los muchos años de práctica lectora que todos tenemos.

Hasta aquí un simple juego de ilusión óptica. Pero lo que he descubierto es que el efecto Stroop se está investigando en el campo emocional. Parece ser que algo parecido al juego de las palabras de colores ocurre con las emociones. De este modo, los pacientes que sufren depresión responden a determinadas palabras con carga emotiva de forma diferente a otras personas. Las palabras frustración, tristeza, duelo, abatimiento pueden reforzar la patología. Tan sencillo como eso.



Como decía en mi entrada de julio del año pasado
(http://cosasdejosep.blogspot.com/2010/07/vemos-con-el-cerebro.html), vemos con el cerebro, no con los ojos. Es el cerebro el que basándose en nuestras experiencias previas interpreta todo lo que nuestros sentidos le envían (y ya sabéis que opino que nuestros sentidos no son la maravilla que creemos que son, simplemente no tenemos otros, así que son los mejores... que tenemos). Las investigaciones como la de Stroop nos hacen prever un futuro donde podamos hacer cosas para que nuestro cerebro, a traves de los estímulos que seamos capaces de hacerle llegar, funcione a favor de nosotros (y de sí mismo, por supuesto), y no en contra como a veces lo hacemos funcionar...


Por último, si quieres comprobrar lo mucho que trabaja tu cerebro para interpretar de la forma que él considera que es la correcta, aunque no se corresponda con los hechos, aquí tienes un buen ejemplo. Mira la siguiente imagen:


¿Te parece que los cuadrados A y B son de diferente color? Pués no, no lo son: son exactamente iguales. Y lo mirarás una y otra vez y seguirán pareciéndote diferentes. Yo tuve que abrir la imagen con el Paint del PC, cortar los cuadrados y copiarlos en una hoja en blanco uno al lado del otro y... ¡sorpresa, son iguales! De hecho, si cierras los ojos y después miras la imagen sin abrirlos del todo, sólo un poquito, si haces un esfuerzo por concentrarte sólo en ambos cuadrados, puedes darte cuenta de que son del mismo color. La imagen juega con la sombra del cilindro verde, lo que oscurece los cuadrados negros que están alrededor de B. Ello favorece que B nos parezca aún más blanco de lo que es. Es un extraordinario ejemplo de cómo el cerebro, frente a un tablero de cuadrados negros y blancos perfectamente ordenados, considera que no hay errores y que debemos "verlo" así...

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