lunes, 12 de abril de 2010

ATARDECER


Los anhelos se desvanecen

entre nubes incendiarias

que marcan el camino.

Arde el día moribundo,

prendido en occidentes lejanos e imposibles.

Las cenizas de una memoria

más allá de la razón,

se esparcen y revolotean

en el aire caliente y pesado

de este fin del mundo.

Llega la noche salvadora

y sólo ella con sus estrellas

cargadas de olvido,

sofocará tanto desasosiego

y tanta cólera.

Por la mañana aún arderán,

breves, las brasas de la devastación.

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