sábado, 4 de julio de 2015

SOBRE GRECIA


A veces ocurre que determinadas corrientes de opinión se imponen de tal manera que hacen difícil mantener el propio criterio y sobre las que si se hace alguna crítica se corre el riesgo de quedar marginado o etiquetado como perteneciente a vete tú a saber qué tipo de clase o estirpe anticuada o fuera de la modernidad.

Confieso que con lo que está ocurriendo en Grecia me ocurre algo parecido. Siempre he defendido que ante cualquier acontecimiento uno tiene que tener criterio para opinar libremente con la información de la que dispone, pero cuando las emociones se desbordan los criterios propios tienden a desaparecer.

Por ello, en plena jornada de reflexión del referéndum griego, voy a atreverme a escribir lo que pienso sobre todo ello.

Los griegos se encuentran en una encrucijada en la que sólo pueden elegir entre lo malo o lo peor. En estas circunstancias, es lógico que el pesimismo y la frustración sean la nota predominante en el país. 

Como en todas las cosas complejas de la vida, no hay explicaciones fáciles sobre cómo ha llegado Grecia a estar en esta situación. Algunas parecen sobresalir, otras están prácticamente ausentes del debate pero no tendríamos que obviarlas.

* Grecia no tenía que haber sido admitida en el seno de la Unión Europea y menos aún en la zona euro sin haberle exigido y por supuesto ayudado a que sus cuentas fueran claras y transparentes. El esfuerzo entonces no hubiera sido ni de lejos el que ahora se les plantea. Pero Grecia no puede evitar ser lo que es: un símbolo, un referente, algo así como la madre cultural de todos los europeos. Ello en sí mismo representa un orgullo para el país, pero lleva añadido algunas servidumbres.

* Que toda Europa sabía que las cuentas de Grecia estaban amañadas parece ser que es así. Pero en la propia Grecia también tenían que saberlo. No vale ahora que todos digamos que eso era cosa de cuatro políticos. Sólo hay que recordar los años previos a la incorporación de España a la UE o de la entrada en el euro y cómo los propios españoles sabíamos que íbamos a cumplir los criterios exigidos por los pelos. 

* Si en nuestro país durante los años de vacas gordas se tiró la casa por la ventana, lo de Grecia aún fue peor. Un país de pequeñas dimensiones comparado con otros de la UE y con un sector como el turismo de enorme potencial hizo bien poco por mejorar estructuras y poner orden en sus cosas. Tampoco me vale en este punto decir que todo fue cosa de los que mandaban. Los ciudadanos griegos también sacaron provecho de esos años. Huyeron de pagar impuestos, establecieron un fraude fiscal de dimensiones descomunales y alimentaron una enorme economía sumergida. La evasión fiscal que ahora que vamos conociendo saca los colores. Engrosaron las filas de los empleados públicos que llegaron a ser el 10% de la población en 2007 (un 20% de las personas con edad de trabajar). Establecieron una enorme red de clientelismo de la que todos sacaban provecho. Ostentaron un salario mínimo muy superior al de otros países como por ejemplo España, a pesar de tener un PIB per cápita sensiblemente inferior. Y mantuvieron cientos de categorías profesionales con derecho a disfrutar de la jubilación a los 50 y pocos años. Por decir algunas cosas. Los que mandaban tenían mucha culpa, pero los ciudadanos que los elegían no eran autistas y sabían lo que ocurría.


* Y así fue cómo llegó la crisis del 2008. Aquello fue como un borrón y cuenta nueva que nos situó a todos en una nueva meta de partida, cada uno en la situación en la que estaba en ese momento. Todos somos conscientes de cómo nos pilló a nosotros y lo poco que nos faltó para resbalar y caer por la pendiente. Aún estamos recuperándonos muy lejos de poder respirar tranquilos. Pero a los griegos los pilló en una situación muchísimo peor. Cuando se acabó el tiempo de hacer la vista gorda y de vivir a costa de créditos, todos nos dimos de bruces con una realidad dolorosa.

* Sí, todos habíamos vivido durante años a costa de créditos, pero soy de los que no comparto que todas las culpas haya que dárselas a los que prestaban el dinero. Alguna culpa también tiene que recaer sobre el que lo recibía. Porque si lo hubiera recibido para cuestiones de supervivencia aún podría tener disculpa, pero cuando se pide dinero para vivir bien o, peor aún, para malgastarlo, no se puede ser ajeno a las responsabilidades. España es un buen ejemplo de ello: se malgastaron enormes cantidades de dinero durante los años de bonanza, a pesar de que también se construyeron y mejoraron infraestructuras que ahora podemos seguir disfrutando. Cuando decimos que la deuda era bancaria y no estatal olvidamos que buena parte del dinero que prestaron los bancos griegos fue a parar a manos de una administración que lo malgastó de forma descarada. En buena medida, la crisis bancaria griega la ocasionó el propio Estado cuando no pudo pagar los enormes compromisos de deuda que había adquirido. 

* Así nos encontramos con unos bancos griegos que habían concedido más crédito del que deberían haber hecho, tanto al Estado como a las empresas y también a los ciudadanos (no nos olvidemos, en España todos conocemos personas que en esos años estiraron más el brazo que la manga y que actuaron de forma totalmente irresponsable, no todo fue culpa del que prestaba) y que para financiarse habían pedido dinero a otros bancos europeos, la mayoría alemanes y franceses. Cuando los bancos griegos amenazan bancarrota, la UE encuentra la solución prestándole dinero al estado Griego para que salve a sus bancos (ojo, lo de salvar bancos daría para otro artículo de opinión, ya que hay otra de esas corrientes de opinión indiscutibles que dice que eso es un horror pero que no nos dice que pasa con los ciudadanos cuando un banco cae). Claro, "salvar" a los bancos griegos significa que estos cogieron el dinero del estado para cancelar sus deudas con los bancos de Francia y Alemania que recibieron lo que les correspondía y desaparecieron de la ecuación. Es así como una descomunal deuda entre bancos privados se ha convertido en una descomunal deuda entre estados. Lo que quiero resaltar es que no hay que quedarse sólo con esta última frase, sino que hay que ver el origen de todo ello y calibrar las consecuencias de las alternativas que se podían haber tomado.

* El caso es que Grecia estaba atrapada con una deuda enorme con sus propios bancos que podían haber entrado en bancarrota y, con ellos, todo el país y ahora está atrapada con una deuda enorme con los organismos bancarios internacionales, básicamente con la Unión Europea. Y aquí es cuando empieza el relato de David contra Goliat que confieso que a veces me perturba.

* Cuando se escribe este relato como el de una pobre democracia que está luchando contra los poderes del mundo, se olvida que la UE es tanto o más demócrata que Grecia. Sí, sé que eso suena a sacrilegio, pero es una verdad como un templo. No podemos entrar en competir a ver quién es más demócrata, pero desde luego Grecia no puede dar lecciones de democracia a las democracias del resto de países europeos. Se dice que los que mandan en la UE, los miembros de la Comisión con su Presidente al frente o los responsables del Banco Central Europeo, no son elegidos democráticamente. Estoy en total desacuerdo. Todos los representantes europeos emanan de un Parlamento y de unos representantes que han sido elegidos democráticamente por los ciudadanos de los estados miembros de la UE. Aquí no hay manos fantasmas que ponen y quitan. En la UE las cosas se rigen por la democracia. Tenemos los representantes que tenemos y nos gustarán más o menos, pero están ahí porque los ciudadanos europeos lo hemos querido. Pueden no gustarnos las formas en las que se eligen los máximos representantes, pero está en manos de la ciudadanía y de los partidos y parlamentarios que se eligen democráticamente que las cosas cambien. Sí son como son es porque así lo han decidido personas que se han sometido a unas elecciones. Porque últimamente parece que Grecia sea la única democracia de toda Europa y todos sabemos que no es así. No son más demócratas los griegos que mañana votarán en el referéndum que los alemanes cuando votaron a la Sra. Merkel, ni es menos democrático lo que representa ella que lo que representa el Sr. Tsipras.

* En democracia hay que respetar la decisión soberana de la ciudadanía, así que hay que tener la máxima consideración respecto a los actuales gobernantes griegos. Desde luego, algo diferente había que hacer, porque los gobiernos anteriores al actual no habían encontrado solución a los problemas helenos, antes al contrario, las cosas no hacían más que empeorar. Así es como nos encontramos con unos gobernantes que habían prometido soluciones diferentes. De hecho habían prometido soluciones con el mínimo sacrificio. Y aquí es donde surgen los problemas, aunque no sólo aquí.

* Yo creo que todos somos conscientes de que Grecia no tiene otra solución que la aplicación de la quita de una importante cantidad de la deuda que tiene y a este punto se tiene que llegar a través de la negociación. Cuando dos negocian, ambas partes son responsables de los avances y, por supuesto de los resultados. No me vale decir que los pobres gobernantes griegos no han tenido otra salida que la de convocar el referéndum de mañana. Sólo con ver la arrogancia con la que se presentaron en Bruselas al principio de su gobierno ya se veía venir que la negociación no iba a ir por buen puerto. De hecho los propios griegos vieron que tenían que cambiar de tono y hace ya unas semanas apartaron al inicial equipo negociador de las mesas de negociación. Demasiado tarde quizás.

* Ahora, como un arma más de negociación (no nos engañemos, se trata de eso), el Gobierno griego convoca un referéndum. Tenemos poca memoria ya que cuando el Parlamento autónomo de Crimea convocó el referéndum de anexión a Rusia (seguramente auspiciado por el propio Putin), dio quince días de margen para la campaña y a todos nos pareció algo irresponsable y muy poco democrático. Sólo hay que tirar de google para ver la cantidad de artículos que se escribieron respecto a que no era democrático convocar un referéndum de esas características con sólo quince días de debate. Pues bien, el referéndum de mañana ha contado con una semana y a la corriente de opinión a la que me refería al principio de este artículo le parece una muestra incuestionable de democracia.

* Es decir, un Gobierno que fue elegido para plantear soluciones y negociar una salida a los problemas del país, tras meses de nefasta negociación entre unos y otros (en eso creo que podemos estar todos de acuerdo), ahora pasa la patata caliente a sus ciudadanos para que sean ellos los que tomen decisiones sobre aspectos económicos cuyas consecuencias dudo mucho que se puedan conocer de forma clara y transparente. ¿Cuánto hay de ello de agarrarse a la silla y mantenerse en el poder? A priori, planteándolo como una cuestión de orgullo nacional, parecía que los ciudadanos griegos iban a sumarse en bloque por la opción planteada por el Gobierno. Estos días hemos visto que no es así. En los artículos de opinión y en las tertulias donde se habla de que el pueblo griego está cansado de ser pisoteado y todas esas cosas, se obvia por completo que a cada manifestación a favor del no se ha realizado otra de iguales dimensiones a favor del sí. 

* A todos aquellos que dicen desde muy lejos estar en las carnes de los ciudadanos griegos y que ellos votarían por el no, hay que recordarles que las consecuencias de la bancarrota no las van a sufrir ellos, pero los griegos sí. Cuando vemos que el corralito de esta semana no ha desembocado en desórdenes públicos lo que parece dar a entender que los griegos apoyan la decisión de su Gobierno, olvidamos que hace semanas y semanas, meses, que los griegos han estado sacando su dinero de los bancos, unos para guardarlo debajo del colchón y otros, muchos, para sacarlo fuera del país. Se estima que han salido del país miles de millones de euros, una cifra que ha vuelto a poner en riesgo a los bancos griegos, otra vez. Los griegos no están rompiendo escaparates y quemando mobiliario público como protesta sencillamente porque su dinero ya no está en los bancos. Eso sí, los más desfavorecidos, los que menos recursos tienen, los que no contaban con saldo bancario positivo y que viven al día, entre ellos miles de pensionistas, no saben cómo van a poder seguir adelante si esta situación se mantiene y menos aún si se agrava.

Estoy convencido que tras la tormenta llegará la calma y que mañana, sea el que sea el resultado del referéndum, Grecia saldrá adelante y lo hará con un acuerdo con la UE. Al final habrá quita y estructuración de la deuda. No hay otra. Y Grecia ni saldrá del euro y mucho menos de la UE. Estaríamos todos locos si lo consintiéramos. Como también los griegos tendrán que aceptar que se incremente su presión fiscal, que se persiga el fraude como nunca, que el peso del estado se vaya reduciendo, que la edad de jubilación tendrá que ajustarse, que su gasto de defensa tendrá que reducirse (poco se habla de ello por cierto), etc. Pero me resisto a aceptar que estemos en una película de buenos y malos, de orgullos soberanos, de poderes fácticos vengativos o de inocentes sometidos a injusticias irresponsables.


================================