jueves, 5 de abril de 2012

¡BASTA YA!


Suelo guardarme los suplementos de economía, sociedad o cultura para los desayunos de los días festivos, donde tengo tiempo para una lectura tranquila de los mismos. Hoy me he desayunado con un par de economía, de La Vanguardia para más señas. Pues bien, después de revisar el suplemento del pasado domingo cuyo título era "El mundo mira a España con inquietud", e irme cargando de mal rollo (titulares de los artículos: "España en el punto de mira", "Cuando España dejó de ser un milagro", "Del flamenco y los toros a una mala noticia", "En Londres se da por hecho que España va a necesitar un rescate antes de fin de año", "Mirando con aprensión al sur", "Castigo al alumno modelo", "El miedo al contagio del gigante ibérico", "Caída o decadencia del imperio europeo"... Ufff), me he dispuesto a darle un vistazo también al suplemento de economía del domingo 4 de marzo, que se me estaba quedando perdido en el revistero.

Éste iba sobre la energía. Más de lo mismo: "El alza del crudo empobrece el bolsilo", "Y como puntilla, el petróleo", "El siglo XXI ha traído el fin de la era de petróleo barato", "Déficit de tarifas, un agujero que echa chispas"... Ufff de  nuevo... Pero el colmo ha llegado cuando el suplemento ha dejado de  hablar de la energía y en un espacio titulado panorama, un artículo de página completa se titulaba: "Europa ante la inseguridad. La crispación reinante en la actualidad recuerda a los años previos a la Primera Guerra Mundial"... ¡Basta ya! ¿Pero qué nos está pasando? O mejor aún, ¿qué les está pasando a los periodistas y a los editores de periódicos? ¿Es así, con este tono, con estos artículos, con estos titulares, como vamos a solucionar los problemas de la crisis económica?

El optimismo no debe ser sólo la representación de la irrealidad ni debe estar blindado con capas de desconocimiento o bisoñez, pero el pesimismo, en sí mismo, esté ilustrado como quiera estarlo, siempre-siempre es negativo e induce a la pérdida, nunca a la ganancia. La ventaja del pesimismo es que por alguna especie de herencia genética, nos atrapa con mayor éxito que las posturas alentadoras. Quizás porque apela a nuestros temores íntimos y eso siempre mueve más que la sonrisa o el bienestar. Y seguramente vende más periódicos.


Desde  hace meses (¡ya años!), los medios de comunicación se empeñan en hacernos ver todo los desastres de la economía, la decadencia de la sociedad, la pérdida de oportunidades, el futuro negro, la desesperanza. Y ello debe ser así, primero porque hay motivos reales para pensar en las posibilidades más oscuras y segundo porque a los consumidores de los medios nos debe ir más el rollo "esto se hunde" que el de la esperanza. ¿Habría alguna forma de cambiar esta dinámica? Parece un círculo vicioso que no tenga fin. Yo reivindico un cambio radical, que dejemos de hablar sólo de las noticias-desastre y seamos capaces de imaginarnos una visión del futuro alentadora. ¡Diablos, tiene que ser así! ¿Alguien de verdad cree que la situación en Europa puede ser parecida a la previa a la Primera Guerra Mundial? Entre la Europa de principios del siglo XX y ésta del siglo XXI hay más diferencias que entre la previa al Renacimiento y la del siglo XX. ¡Por favor, dejemos de decir sandeces!

Vale, hemos vivido por encima de nuestras posibilidades durante unos cuantos años. Y hemos acumulado unas deudas que nos van a costar pagar. Tendremos que apretarnos el cinturón y dejar de lado mucho de lo superfluo con lo que nos hemos cargado estos años. Volver a prestar  más atención a la cultura del ahorro y del esfuerzo. ¿Y qué? ¿Acaso se nos antoja imposible? El escritor del artículo que compara la actualidad con la situación previa a la Primera Guerra Mundial, ¿de verdad cree que Europa puede entrar en un conflicto bélico entre naciones? Señores de La Vanguardia, por favor, un poco más de seriedad... y de optimismo!!!

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