miércoles, 29 de septiembre de 2010

LISBOA, NOCHE DE FADOS

Hace unos días disfruté de una cena en el restaurante de fados Sr. Vinho de Lisboa. A pesar de haber visitado Lisboa varias veces, ésta era mi primera experiencia con los fados en directo. Una maravillosa experiencia. Mientras los artistas amenizaban el ambiente con su voz y el tono nostálgico de las canciones, mi pluma recorría el pequeño bloc de notas que me acompañaba para la ocasión. Algunas palabras sueltas de las letras se convertían en motivo de mi escritura. Este es el resultado:

1er. fado:

Esperaba.
Esperaba sin saber
que el tiempo de mi espera
era una condena perpetua.
Esperaba y de esperar
la vida escapaba a borbotones
por los poros de mi espera.
Esperando no llegué,
por no partir
y esperar…

2º fado:

Te dije adiós
con un pañuelo afilado y cortante
que partió en dos
mi corazón en ese mismo instante.

3er. fado:

Si supiera como llegar a ti
no habría cabos ni amarres
capaces de impedir mi partida.
Pero eres ese horizonte lejano
al que nunca se llega,
el mar insondable,
la promesa osada
que nunca se cumple.
Si supiera como llegar a ti
partiría sin equipaje,
ni lastres ni memoria.
Parece que llegar a ti
fuera un final feliz
impropio de mi particular drama.

4º fado:

El canto del fado
me acompaña
en esta noche triste.
Una copa de Oporto,
la luz de una vela,
una guitarra
y una voz rasgada.
Estoy lejos y lo siento.
Pesa la distancia en el alma
y sobrecarga mis latidos.
La noche acoge con gozo
esta melancolía
y el compás suave de la música,
espoleada la vaguedad del ser
y su abandono en la tristeza.


Lisboa, noche de fados

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