martes, 16 de agosto de 2011

LAS COSAS POR SU NOMBRE


En estos días de preocupación por la economía del país, los políticos se empeñan en denominar conceptos de forma interesada desde mi punto de vista. Y lo que es peor: los medios de comunicación caen en la trampa y se suman a la semántica que busca predisponer nuestros sentimientos hacia objetivos que, denominados de otra forma, posiblemente se nos mostraran más reacios de aceptar.

Algunos ejemplos:

1. Deuda soberana. Dicho de esta forma, parece que estemos hablando de un tema de prioridad nacional. Si en vez de llamarla "deuda soberana" la llamáramos algo así como "deuda que unos gestores irresponsables adquirieron en nombre de todos los ciudadanos del país", pués a lo mejor nuestra predisposición hacia el concepto sería otra.


2. Ataques a la deuda soberana. Si la palabra ataque, que en el fondo busca remover nuestras emociones y hacernos saltar a la defensa de no sabemos muy bien qué pero que parece algo nuestro, se sustituyera por algo así: "los inversores que tienen la obligación de gestionar paquetes de acciones de pequeños inversionistas o de personas que han confiado en ellos sus planes de pensiones, deciden perder la confianza en la deuda de un país concreto dados los pocos o equivocados pasos que dan sus gobernantes en poner solución a los problemas de la economía nacional, e invertir en otro sitio"... quizás entenderíamos mejor lo que está pasando.


3. Acudir en rescate de Grecia (o cualquier otro país). ¿Cómo no tiene que parecernos bien un rescate? Propongo llamarlo de otra forma: "poner dinero de todos para solucionar el problema que ahora tienen aquellos países cuyos gobernantes decidieron estirar el brazo más que la manga y endeudarse hasta las cejas, deuda que ahora no pueden pagar y caen en bancarrota". Dicho de esta manera, a lo mejor entenderíamos mejor la posición alemana...

4. Los mercados castigan a un país. La palabra "castigar" no puede merecer más que nuestro rechazo, sobre todo si el país castigado es el nuestro. Pero detrás de la palabra "mercados" hay inversionistas, es decir, personas que arriesgan su dinero comprando acciones, bonos o lo que sea, a cambio de una rentabilidad y que tienen todo el derecho de vender si no se fían de la evolución de sus acciones y piensan que su dinero estará mejor en otro sitio. Los mercados no castigan, sino que los inversionistas actúan en consecuencia, según la capacidad e convencerlos de aquellos que tienen la responsabilidad de hacerlo.


5. Leo literal del periódico de hoy: la Comisión pide una tregua a los mercados en su incomprensible acoso a la deuda española e italiana. ¿Tregua? Las treguas se piden en las guerras y si estamos en guerra sería mejor que nos defendiéramos con políticas correctas, que dieran confianza a "los mercados". ¿Dónde están las políticas de austeridad, los acuerdos europeos para paliar la crisis, la voz única que tantos europeos agradeceríamos?

Aquí parece que los gobiernos no tienen la culpa de nada y que de pronto, como por arte de magia, algo llamado "mercados" se ha vuelto en contra de España y otros países europeos y quieren hundirlos. Qué cosas...

Yo preferiría llamar a las cosas por su nombre.

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