miércoles, 10 de marzo de 2010

SOBRE EL MAR



En tu murmullo hay un secreto
difícil de descifrar.
Se adivina en cada ola
pero no se alcanza a desvelar.
Viene y se marcha, como un amante,
leal cuando llega,
infiel cuando se va.
Se escribe en la arena,
con tinta de espuma blanca,
y se borra con facilidad.
Sólo la luna sabe la historia,
sólo la luna la puede explicar,
pero ella calla y sonríe
en su atalaya de estrellas
haciéndose rogar.
Como una promesa sube la marea,
pero terca regresa hacia atrás,
sin dejar huellas de una respuesta,
sin dejarnos apenas preguntar.
Un secreto que atrae miradas,
un secreto que viene de lejos,
un secreto que se oculta en el mar.

Blanco y azul, y más azul.
El mar, insondable y oceánico.
Como el llanto de infinitos ojos.
Como la lluvia de miles de cielos,
de miles de eras.
Finis Terra, el fin del mundo
en la línea del horizonte.
Qué pavorosa catarata
podría haber más allá.
Azul y blanco llegar el mar.
Y acaricia la arena
condescendiente con su rendición.
Y golpea las rocas
que le ofrecen batalla,
ilusas en su pétrea condición.
Baten las olas,
como un corazón viejo y sabio,
y dibujan un rostro
de sonrisas infinitas
sobre el lienzo de la orilla.
Sabe el mar que nos gusta
cuando sonríe.
Sabe que la música que nos trae
nos adormece y sosiega.
Y sabe que es eterno,
poderoso e inconquistable.
El mar, siempre el mar.
Nos atrae y nos domina,
como si de amor se tratara,
como en un juego de seducción.
Algo nos une y nos separa,
pero, ¿qué tiene el mar
que secuestra la mirada?.

¿Qué querrás decirme, mar,
cuando tanto llamas mi atención?
En una de esas horas
en que el sol se refleja en ti,
millones de espejitos centellean
en una sinfonía visual
a la que tus olas,
al llegar a la orilla,
ponen música.
Yo creo adivinar
que lo que pretendes
es dejar constancia de tu majestuosidad
y, con ello, poner mis ambiciones
en su sitio.
Sé que guardas un secreto,
lo traes contigo y te retiras una y otra vez
sin dejarlo prender.
Cuánto más me esfuerzo
en descifrarlo,
más me descubro a mí mismo
navegando con él.

Llegas y te arrastras
indolente sobre la arena húmeda.
Una y otra vez te esparces
en formas y matices desiguales,
marcando los límites irregulares
de tus inmensas orillas.
¿Qué querrás cuando vienes y vienes,
sin descanso, ajena a todo?
¿Qué intención ocultas?
Ronroneas sin tiempo ni fronteras
y, como telón que se abriera,
esgrimes tu espuma blanca y tímida
en cada paso de tus llegadas.
En los días apacibles y mansos,
tienes cuerpo de serpiente
ondulando sobre la arena fina.
Imposible abarcarte en una mirada
Imposible descubrirte en una vida.

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