domingo, 30 de mayo de 2010

LA ADORACIÓN DE LOS MAGOS DE LEONARDO

LA ADORACIÓN DE LOS REYES MAGOS
Leonardo da Vinci

Pintura al óleo sobre tabla que mide 246 cm. de alto y 243 cm. de ancho y data del periodo 1481-1482. Expuesta en la Galería de los Uffizi de Florencia.

Fue un encargo realizado en marzo de 1481 por los monjes dominicos de san Donato de Scopeto, cerca de Florencia, que debía adornar el retablo mayor de la iglesia del convento. El padre de Leonardo tenía a su cargo la administración del convento y sin duda influyó en que se le hiciera el encargo a su hijo (Leonardo tenía 29 años).

Para esta obra, Leonardo realizó numerosos dibujos y estudios preparatorios, incluyendo uno detallado en perspectiva lineal de una arquitectura clásica en ruinas que forma parte del fondo de la escena.

Leonardo dejó inacabada esta obra, después de realizar unas aguadas de tinta, al partir hacia Milán al año siguiente de su inicio. Leonardo aún no se cotizaba como un gran artista y la obra se encargó de nuevo a Filippo Lippi que hizo una versión similar que también se encuentra en los Uffizi:
La tabla inacabada de Leonardo quedó en casa de su amigo Amerigo Benci. Después pasó a formar parte de la colección de la familia Médici hasta llegar a la Galería de los Uffizi en 1794.

La composición de la obra fue inspirada por la Adoración de los Magos de Botticelli:



La obra de Leonardo es una composición muy compleja de unos 6 metros cuadrados. La Virgen María y el Niño Jesús están representados en primer plano y forman un triángulo o pirámide con los Magos arrodillados en adoración. La Virgen resulta ser el vértice de esta composición. Detrás de ellos hay un semicírculo de figuras que los acompañan.




Uno de los reyes aparece postrado a la derecha, desde donde recibe la bendición del Niño y le hace entrega de su presente. Un segundo rey hace una profunda reverencia a la izquierda de la Virgen. La figura que aparece arrodillada a la izquierda y que alza la cabeza representa probablemente al más joven de los tres reyes. San José es el anciano barbudo situado a espaldas de la Virgen que levanta la tapa de uno de los cofrecillos de las ofrendas. El resto de figuras pertenecen al séquito de los reyes o bien son ángeles. Algunas figuras señalan una aparición en el margen superior del cuadro, posiblemente la estrella de Belén, tal y como aparece en la Adoración de los magos de Boticelli. A la estrella se debe también el gesto de dos jóvenes, uno a la izquierda de la escena central, el otro del lado opuesto, junto al árbol, que con el dedo extendido apuntan al cielo para indicar la presencia de la luz divina. La acción y los gestos giran en torno al grupo de la Virgen con el Hijo, que representa la Epifanía que afecta a todos los asistentes. El hecho de que las piernas de María estén vueltas hacia la izquierda mientras que su cabeza y la de Jesús se giran a la derecha dan a la pirámide un sentido de movimiento rotatorio. La cabeza de María es la intersección de las dos diagonales del cuadro, que prácticamente es un cuadrado. La cabeza de la Virgen es el centro de la obra.




La Virgen aparece sentada en una pequeña elevación rocosa de la que nacen dos árboles. Los dos árboles forman una diagonal. Uno es un laurel, símbolo de triunfo, y el otro una palmera que puede interpretarse como signo de martirio o como alusión a una frase del Cantar de los Cantares: "Eres majestuosa como una palmera", en la que parece prefigurarse María.



Tras esos árboles aparecen dos escenas. A la izquierda, la ruina de un edificio clásico, en el que pueden verse obreros, aparentemente reparándola. A la derecha hay jinetes ensarzados en una pelea sobre caballos enfurecidos, y un esbozo de un paisaje rocoso.



El templo en ruinas puede significar una alusión a la caída del Templo de Jerusalén, con un arco roto en el que crecen pequeños arbustos, lo que ocurre en los edificios antiguos cuando la naturaleza empieza a someterlos. También es posible que las ruinas aludan a la Basílica de Majencio, pues según una leyenda medieval, los romanos decían que permanecería en pie hasta que una virgen diera a luz. Se supone que cayó la noche del nacimiento de Cristo (en realidad se levantó más de tres siglos después). Posiblemente las personas que trajinan alrededor de las ruinas se ocupan de la reconstrucción del palacio de David. Las ruinas dominaban un dibujo preparatorio de Leonardo, que también presentaba a los caballeros peleando, y que quedó relegado al fondo en la pintura final.



El encuentro de hombres armados se interpreta como símbolo de la locura de los hombres que no han recibido aún el mensaje cristiano. El paisaje del fondo probablemente representa el mundo pagano suplantado por el cristiano. Con esta diferenciación de planos Leonardo distingue entre la era previa al advenimiento de Cristo y la era de piedad que comienta con su nacimiento.


Leonardo usó con sabiduría su técnica de juegos de luz y sombra estimulando la imaginación del observador con lo que generaba una ilusión de profundidad. Leonardo desarrolla su uso pionero del claroscuro en la imagen, creando lo que parece una masa caótica de gente hundida en la oscuridad y la confusión desde la que los Magos miran hacia las figuras, brillantemente iluminadas, de la Virgen y el Niño, mientras que el mundo pagano del fondo sigue confuso y peleando, ajeno a la revelación.



Esta obra demuestra también el dominio de Leonardo de la anatomía humana donde todos los elementos obligan a mirar hacia el centro, donde están las figuras de la Virgen y el Niño.

Esta obra inacabada permite observar con detenimiento el proceso creativo de Leonardo. El cuadro se asemeja a un enorme boceto. El fondo en especial y cada una de las figuras apenas esbozadas, dan muestras de la enorme espontaneidad del artista, capaz de alterar la composición incluso durante la plasmación definitiva. El cuadro parece que nunca fue planificado por completo de antemano. Hay numerosos bocetos que podrían estar relacionados con él, pero pocos con absoluta seguridad.

En 2002 Maurizio Seracini, un especialista técnico en diagnóstico artístico, recibió el encargo de los Uffizi de estudiar la superficie de la pintura para determinar si podía restaurarse sin dañarla. Concluyó que no se podía y demostró que sólo el esbozo del fondo era obra de Leonardo da Vinci, siendo la pintura de la superficie obra de otro artista. Afirmó que "poco de la pintura que vemos en la Adoración hoy fue puesto ahí por Leonardo".

En este video podéis ver un ejemplo del fondo de la obra visto con radioimagen:





Si queréis dedicarle un poco más de tiempo, en este video hay una conferencia completa del profesor Seracini sobre la obra de Leonardo:






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3 comentarios:

  1. Es interesante la postura de la madre con el hijo en su regazo. La madre mira al hijo y el hijo proyecta su mirada en la misma dirección, pero sin orientarla a su progenitora.

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  2. Fascinante la capacidad de aunar la creatividad, el pensamiento "lateral", representar algo de una manera que solamente él puede imaginar y a la vez que todo ello forme parte de un todo con sentido y rigurosidad geométrica. Que debió vivir esta persona para tener tal don?

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  3. Extraña la proporción del brazo izquierdo del niño Jesus

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