sábado, 11 de diciembre de 2010

MUSA, ÁNGEL, DUENDE




En una de sus conferencias, García Lorca explicó que hay tres conceptos que hacen grande un poema.

Al primero lo llamó "la musa", y lo describió como la inteligencia del poema, la forma. Sería aquello que tan bien manejaba otro gran poeta que fue Luis de Góngora. Nadie ha manejado como él la construcción poética. Góngora trabajaba los versos, su contenido, la cadencia de sus sílabas, de sus vocales, las estrofas y todas las figuras poéticas de forma inimitable e inigualable.

Al segundo concepto don Federico lo llamó "el ángel". El ángel es la gracia, la imaginación, la inspiración. Es aquello que hace "bonito" a un poema. Ponía como ejemplo de poeta con "ángel" a Garcilaso de la Vega. Sin duda Garcilaso tenía "ángel" y sus poemas son de una belleza impresionante. En un estilo del siglo XVI, pero enormemente bellos.

El tercer concepto es el más importante según García Lorca y es aquél del que adolecen muchos que se hacen llamar "poetas" (entre los que me incluyo sin ninguna duda). Lo llamó "el duende". ¡Ah el duende!. Eso sí que es valioso. E imprescindible para ser "poeta". La musa y el ángel vienen de fuera, del exterior de lo más íntimo del poeta. En cambio el duende surge del interior. La musa y el ángel beben de la fuente poética interior. El duende es la misma fuente, el más profundo origen interior de la vena poética. Es el dolor de ser conscientes de estar vivos y que ello representa en sí mismo tener la muerte al acecho. Es el conocimiento más claro de la hiriente desdicha, del abandono, de la tristeza, del fin último e inevitable. Es desde esta fuerza desde donde surgen los grandes poemas y es aquello que tienen en su alma, en su corazón, en su cabeza y en sus manos los más grandes como García Lorca, poeta con duende donde los haya.

Musa, ángel y duende. Todos nos esforzamos con el Ángel, jugamos con las palabras e intentamos que “suenen” bien, que queden “bonitas”. Es el ángel adolescente que aprecia la belleza y quiere imitarla. Ese espíritu juvenil de amores extraviados que intentamos mantener vivo en nuestra memoria. Después, procuramos trabajar un poco los versos y las estrofas y aparece la musa. Medir, contar, construir poco a poco la estructura poética. Desde luego que este trabajo ayuda mucho a la belleza, pero, ¡qué difícil!.

¿Y el duende? ¡Ah el duende! Eso queda sólo al alcance de unos pocos…

Aquí encontraréis el texto completo de esta conferencia: TEORÍA Y JUEGO DEL DUENDE .Su lectura es una delicia íntima que os recomiendo. Es tal como era su autor.

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