El síndrome de Burnout en la Visita Médica
PARTE I
¿QUÉ ES EL SÍNDROME DE BURNOUT?
El síndrome de Burnout o síndrome de “estar quemado” fue descrito por primera vez en la década de los setenta. Es una respuesta a la tensión o estrés laboral que se produce como consecuencia de una discrepancia entre las expectativas laborales que nos hacemos y un trabajo diario real mal asimilado y aceptado.
Inicialmente descrito como una manifestación de profesionales dedicados a la atención y el cuidado de pacientes o personas necesitadas (médicos, enfermeras, asistentes sociales, educadores, personal de seguridad, etc.), en los últimos años ha visto ampliada su descripción a otro tipo de profesionales, sobre todo los que tienen relación habitual con otras personas como clientes o colaboradores (directivos o mandos intermedios de empresas, comerciales, deportistas, etc.).
Los Departamentos de Recursos Humanos de las empresas saben que se trata de una causa importante de incapacidad laboral que precisa ser tenida en cuenta y abordada.
Las manifestaciones con que cursa el síndrome de Burnout se mueven en torno al ámbito emocional, con afectación de la conducta y el comportamiento, e insidiosos síntomas psicosomáticos.
Estas manifestaciones pueden ser:
· Emocionales: frialdad en las relaciones humanas, insensibilidad, cinismo, aburrimiento, falta de concentración, irritabilidad, negatividad, falta de autoestima, sentimientos depresivos.
· Conductuales: absentismo laboral, superficialidad en las relaciones personales, distanciamiento afectivo con compañeros o clientes, aumento de la agresividad y la conflictividad, incapacidad de relajarse, disminución de la eficiencia en el trabajo y bajo rendimiento laboral.
· Psicosomáticos: cefaleas, problemas gastrointestinales, dolores musculares, fatiga crónica, insomnio.
ETAPAS
En la aparición de esta sensación de profunda quemazón interna pueden describirse varias etapas.
· Al principio aparece una percepción paulatina y continuada del ambiente y la dedicación laboral como algo que se aleja del ideal imaginado. Esta percepción se ve acelerada por el contagio de las opiniones y los puntos de vista de compañeros de trabajo en etapas más avanzadas del proceso.
· En una fase algo más avanzada, empiezan a faltar las ganas de ir a trabajar. La idea de afrontar un día laborable se hace difícil al levantarse por la mañana.
· Poco a poco empieza a asentarse una sensación de “todo el mundo está contra mí” y se deterioran las relaciones con colegas, clientes o la “empresa” en general. Aparecen los síntomas psicosomáticos, cefalea, insomnio, problemas gastrointestinales.
· La disminución de la capacidad laboral se incrementa día a día, con una sensación de decepción que se focaliza en muchas ocasiones contra la empresa. Puede producirse absentismo laboral.
· Se alcanza una fase de frustración manifiesta, que no concede descanso a los pensamientos negativos contra todo lo relacionado con la profesión.
· Al final se alcanza una etapa de absoluta falta de vocación laboral, agotamiento emocional y síntomas depresivos cuya reversibilidad precisa de tratamiento especializado.
La aparición del síndrome de Burnout es insidiosa, es decir, las manifestaciones van apareciendo de forma paulatina e inicialmente inofensiva. Su intensidad es variable, lo que hace que se confunda con facilidad con el desgaste propio que ocasiona toda profesión.
Otra característica es que los afectados niegan sistemáticamente su existencia, aferrándose a la idea del fracaso profesional y personal. Los compañeros de trabajo son los primeros en apreciar la aparición de manifestaciones emocionales o de conducta de difícil explicación.
Se trata de un camino en el que podríamos encontrar a un cierto número de profesionales del sector. Un camino que conduce claramente hacía la infelicidad y que, de no abandonarse a tiempo, exige un gran esfuerzo para ser desandado.
FACTORES DE RIESGO
En la Visita Médica confluyen una serie de factores que la convierten en una labor profesional con riesgo de padecer este síndrome. Algunos de estos factores son:
· Se trata de una profesión que exige fluidas y continuadas relaciones con otras personas, bien sean los receptores de nuestra labor profesional (médicos, farmacéuticos) o compañeros de trabajo.
· La dificultad de relación con los profesionales sanitarios. El receptor de la visita médica tiene normalmente muchos más conocimientos sobre lo que se transmite, lo que genera inseguridad en el emisor. Por otra parte, averiguar y cubrir las expectativas de los médicos no es una tarea sencilla. ¿Qué se espera de nuestros productos?. ¿Qué espera el médico de la tarea del visitador?.
· Es una profesión comercial, en la que, más tarde o más temprano, acaban primando los resultados por encima de todo. La labor comercial tiene un punto de sana tensión que en el fondo es lo que la hace atractiva. Pero hay que estar atentos para tener siempre bajo control esta tensión.
· Los resultados no son inmediatos, hay que esperar a disponer de los datos mensuales ¡a finales del mes siguiente!, lo que puede añadir más tensión al trabajo del día a día. No se puede calibrar en cada instante el éxito o el fracaso, que se perciben a borbotones. La sensación final es la de no tener en las manos las riendas de la gestión comercial.
· La tendencia actual de las empresas a bajar el nivel de decisión a las personas directamente implicadas en los resultados. Cada vez menos las actividades promocionales nos llegan dirigidas desde la Central y cada vez más gran parte de los presupuestos están en manos del visitador médico. Si por una parte ésto obedece a una petición que desde la red se ha venido reclamando desde hace años, por otra exige un nivel de responsabilidad que algunas personas no están dispuestas a asumir. A mayor grado de autogestión, mayor responsabilidad directa en los temas. Cada uno debe valorar si su balanza personal se inclina hacia la toma de decisiones y la responsabilidad que la acompaña o hacia la tarea ejecutora decidida por otras jerarquías.
· Se forma parte de una red comercial muy amplia, constituida en ocasiones por cientos de personas, lo que deshumaniza en parte el trato con “la Central”, la empresa en suma. Se ralentiza el feed-back entre la persona y su empresa y la comunicación se percibe como difícil.
· Es una labor que exige un nivel alto de conocimientos técnico-científicos. Tanto los productos como los profesionales sanitarios a los que se dirige la comunicación, exigen estar al día en aspectos tan dispares como son la fisiopatología, la farmacología, la farmacocinética, la estadística o los mecanismos de acción de los principios activos. Esta exigencia de conocimientos recae en muchas ocasiones, además, en personas con estudios elementales o alejados del ámbito sanitario, a las que se les exige que estudien manuales técnicos o que lean publicaciones de ensayos clínicos y entiendan la especificidad de sus resultados, en ocasiones difíciles de interpretar por los propios especialistas del tema.
· La necesidad que tienen las empresas de realizar un adecuado seguimiento de las actividades y la labor profesional de sus empleados, aún más si cabe si se trata de personas con libertad de acción en cuanto a horarios o movilidad geográfica. Hay planes de trabajo que cumplir, a nivel de productos a trabajar, especialistas a visitar, actividades a implementar, rutas a realizar, etc. Hay ratios que cubrir, en cuanto a visitas/día, coberturas, etc. Y el seguimiento de todo ello, que debería entenderse y transmitirse como una herramienta útil para detectar puntos de mejora, poner en marcha planes de contingencia, medir y analizar desviaciones para su corrección, etc., en la mayoría de las veces se percibe como un puro método de control y penalización. Las personas que lo perciben como esto último, añaden una buena dosis de presión a su labor profesional.
· Los cambios profundos que se están produciendo en el sector y la inmediatez de sus consecuencias en la profesión. Medidas encaminadas a la contención del gasto sanitario que generan incertidumbre respecto a lo que pueda suceder en el futuro a corto plazo. Una lógica resistencia al cambio, sobre todo en personas con larga trayectoria profesional y con alto poder de influencia sobre el estado de ánimo de las nuevas incorporaciones, que se traduce en la expresión “cualquier tiempo pasado fue mejor”.
· La sucesión imparable de fusiones, alianzas, etc. que viene produciéndose en el mercado farmacéutico desde hace unos años, que disminuyen considerablemente las dosis de seguridad que todos buscamos en el trabajo y la lealtad a una firma empresarial en concreto.
· El contacto diario, habitual, casi obligado con numerosos colegas de múltiples empresas del sector, con los que se comparten horas de conversación, desayunos, comidas, etc. Ello provoca dos efectos: de una parte la pérdida del sentimiento de pertenencia a una empresa en contraposición a las empresas competidoras y la existencia de un corporativismo a veces mal entendido, y de otra la circulación de noticias o medias noticias sobre el sector en forma de rumores, en ocasiones infundados, pero que alimentan un caldo de cultivo pernicioso y que se suma a la dificultad de comunicación empresarial mencionada anteriormente.
· La sensación de estar realizando una tarea “en contra del bien común”, fundada en la posición que adoptan en ocasiones algunos sectores de la administración, posición que poco menos que culpabiliza a la Industria Farmacéutica de todos los males que acontecen a la Sanidad Pública. El gasto en farmacia aparece en los medios de comunicación como el principal motivo del gasto en sanidad y su crecimiento se convierte en estas informaciones como la principal amenaza al sostenimiento de la Sanidad Pública. Ello genera en algunos profesionales del sector un falso sentimiento de culpa que abona la frustración.
CONSECUENCIAS
Las consecuencias de éstos y otros factores, representan la entrada en una perniciosa dinámica de negativismo y desencanto que puede ser la vía de acceso al síndrome de Burnout descrito en este artículo. Algunos de los síntomas personales y profesionales que desencadena esta situación son:
· Sentimiento profundo de que todo lo que nos rodea en el trabajo está en contra de nosotros. Los médicos, la competencia, la administración, la empresa, todo absolutamente todo está aliado para complicarnos la vida.
· Se establece una continua e inexplicable lucha interior con la empresa. Se genera una percepción negativa de todo mensaje que se recibe de “la Central”. Se hace imposible ver la más mínima mejora a cualquier aspecto que se vea modificado en las relaciones con la empresa. Una ampliación de los datos de mercado para su análisis, es complicar la gestión de los números, un cambio de vehículo de empresa hacia un modelo de mayor nivel, se queda corto respecto a “lo que debería ser”, un premio de cualquier tipo, podría haber sido mejor o contempla injusticias en su aplicación que nos afectan, etc. Se considera imposible que la empresa pueda realizar cambios a mejor. Siempre se busca una segunda intención perniciosa.
· Temor a que cualquier cambio en el entorno o en el mismo mercado pueda redundar en un rápido y radical empeoramiento de los resultados. Es un temor inconfesable que se traduce en una búsqueda constante de justificaciones y culpables externos a estos resultados.
· Sensación de que las exigencias formativas están por encima de nuestras posibilidades. Se entra en un círculo vicioso consistente en utilizar cada vez menos los argumentos técnico-científicos, centrando la promoción en las relaciones personales, y considerar inútil e innecesaria cualquier tipo de formación técnica.
· Profundo sentimiento de estar infravalorados por la empresa en general y por sus mandos en particular. El salario es poco, los incentivos insuficientes, los beneficios sociales no existen, la antigüedad o la experiencia no se reconocen, en “la Central” no escuchan, no ayudan, más al contrario, son una barrera a vencer para poder seguir realizando nuestro trabajo en condiciones.
· La empresa es un enemigo intangible que nos controla para castigarnos, se comunica con nosotros para amenazarnos o presionarnos, que se esfuerza por cambiar todo lo que hasta ahora había funcionado por complicados sistemas que nunca acaban de aprenderse y que nunca funcionarán bien.
· Percepción de que en un buen número de empresas competidoras se gana más, los incentivos son mejores, se trabaja menos o “mejor”, el ambiente es más positivo, los mandos más comprensivos, etc.
Las iniciales posiciones de fuerza frente a todo (el mercado, el entorno, la empresa, los compañeros, etc.), a medida que crecen en irritabilidad, agresividad y negativismo, van siendo interiorizadas como un fracaso personal, con un creciente sentimiento de falta de autoestima y de estar presos en un túnel sin salida.
Todo ello y mucho más se resume en una palabra: frustración. Frustración y más frustración. ¿Una exageración?. Los que trabajamos en el sector sabemos que no es así y que son muchos los profesionales de la visita médica que, en mayor o menos grado, tienen sentimientos parecidos a los descritos en los puntos anteriores.
Hasta aquí hemos realizado una somera descripción del síndrome de Burnout, hemos visto los factores de riesgo que entraña la profesión del visitador médico y las consecuencias derivadas del mismo. En el próximo número hablaremos de la autoevaluación y de las medidas que podemos tomar con el objetivo de disminuir las posibilidades de “estar quemado” en nuestro trabajo.
---------------------------------------------------------------------------------------
(VER TABLAS PARTE I AL FINAL DEL ARTÍCULO)
---------------------------------------------------------------------------------------
El síndrome de Burnout en la Visita Médica
PARTE II
Resumen de la Parte I:
· El síndrome de Burnout o síndrome de “estar quemado” es una respuesta personal a la tensión o estrés laboral. Cursa con manifestaciones emocionales como la irritabilidad, insensibilidad, falta de autoestima, cinismo, etc., conductuales como el absentismo laboral, el distanciamiento afectivo, el aumento de la agresividad, etc., y psicosomáticos como cefaleas, fatiga crónica, manifestaciones gastrointestinales, insomnio etc. Es un síndrome insidioso fácil de confundir con el desgaste propio de la profesión, pero que puede conducir a graves trastornos.
· La profesión del visitador médico tiene unos factores de riesgo que pueden inducir a caer en las garras de este síndrome. Sus consecuencias conducen a una frustración insoportable que puede acabar necesitando tratamiento.
A continuación intentaremos ver si podemos hacer algo al respecto para evitar padecer este pernicioso síndrome.
EVALUACIÓN
Existen cuestionarios autoaplicados especialmente diseñados para medir el síndrome de Burnout. El cuestionario de Maslach o MBI (Maslach Burnout Inventory), con algunas aplicaciones a distintos tipos de profesiones, es un cuestionario de fácil aplicación que define el grado de cansancio profesional, de despersonalización y realización personal de forma fiable.
No es motivo de este artículo de opinión tratar este punto con detalle, ya que es algo que debe quedar en manos de profesionales específicos, sólo señalar que es posible reconocer la existencia del síndrome y su grado de evolución. Cualquier profesional que crea estar inmerso en esta situación, debería acudir a un especialista y ponerse en tratamiento.
En último término, todo se reduce a hacernos preguntas como éstas:
· ¿Me agota emocionalmente mi trabajo?
· ¿Me cuesta mucho levantarme por la mañana para ir a trabajar?
· ¿Me estresa trabajar con otras personas?
· ¿Me siento cómodo y relajado con mis clientes?
· ¿Creo que el trabajo me está endureciendo en mi vida personal?
· ¿Me siento “quemado” en mi trabajo?
etc.
¿QUÉ PODEMOS HACER?
Aún aceptando que muchos de los aspectos descritos como consecuencias de padecer el síndrome de Burnout pueden tener una base real y podrían explicarse racionalmente, las soluciones a este sentimiento de frustración no podemos esperar que nos vengan de fuera, sino que tenemos que solicitar ayuda y buscarlas en nuestro interior. ¿Qué podemos hacer al respecto?.
En primer lugar, en el caso de que los compañeros de trabajo, los amigos o la familia nos hagan notar que podemos estar inmersos en un proceso como el descrito, lo primero es ponerse en manos de un especialista en tratar procesos psicopatológicos y huir de la automedicación.
Si simplemente pensamos que nos encontramos muy al principio del proceso o queremos evitar entrar en el mismo, me atrevería a proponer algunas opiniones personales al respecto:
· Lo primero convencernos de que éste es nuestro trabajo, de que nos resulta atractivo y que no sólo es una forma como otra de ganarnos la vida, sino la nuestra, es decir, la mejor. Si no logramos autoconvencernos de ello, lo mejor será buscar otro medio de ganarnos la vida. Es cierto que no se trata de la típica profesión que se menciona cuando somos niños. Nadie es “visitador médico” por temprana vocación (a excepción quizás de personas con familiares muy directos dedicados a este trabajo). Los motivos por los que se llega a esta profesión son muy diversos y difíciles de enumerar. Pero lo que es imprescindible es reconocer si nos puede llenar de satisfacción.
· Reconocer los puntos fuertes de la relación con los profesionales receptores de nuestros esfuerzos. Valorar en lo que valen las relaciones personales que se establecen, la imagen profesional que día a día nos vamos labrando, el dominio de las características de los productos que trabajamos, etc. Es decir, darnos cuenta de que nuestros esfuerzos tienen una recompensa de carácter personal.
· Hacer un esfuerzo por comprender que los compañeros no tienen que pensar igual que nosotros, que pueden opinar de distinta forma y que sus opiniones no son un ataque frontal a las nuestras, sino una fuente de enriquecimiento. Buscar el consenso, lo que implica no aferrarnos a nuestro punto de vista, sino ceder en parte para ganar globalmente.
· Buscar puntos de entendimiento con la empresa. Pensar que la empresa precisa de los mejores profesionales y que no todo lo que pone en práctica está equivocado. Todo, absolutamente todo puede analizarse desde una perspectiva positiva o negativa. Tenemos que hacer un esfuerzo auténtico y real por adoptar la visión positiva en nuestra relación con la empresa. Sólo así podremos empezar a cultivar el sentido de pertenencia y liberar la lealtad que en el fondo todos queremos tener y que nos hará sentir más seguros y mejor tratados.
· Buscar y detectar nuestro problema “princeps” con la empresa. ¿Cuál es la raíz de nuestro enfado con ella?. ¡Hay que saberlo!. Porque es seguro que hay un problema principal que genera una insatisfacción creciente. ¿Nos sentimos peor pagados que otros compañeros?. ¿No se reconoce nuestra veteranía y se hace más caso a los recién llegados?. ¿Nuestras opiniones no son escuchadas en ningún foro?. ¿No estamos de acuerdo ni nos parecen adecuadas las actividades promocionales que nos impone la empresa?. ¿Tenemos poco o excesivo margen para decidir cosas por nuestra cuenta, para actuar de motu propio?. ¿Nos sentimos capacitados para una promoción que no llega?. Tiene que haber un problema principal que arrastra a todos los demás. Hay que buscarlo, reconocerlo y poner todo nuestro énfasis y esfuerzo en que sea resuelto, solicitando un merecido aumento salarial, exigiendo que nuestra voz sea escuchada, proponiendo actividades alternativas para nuestro territorio, mostrando que somos capaces de decidir por nuestra cuenta y de que ello aporta valor a nuestro trabajo y mejora los resultados, mostrando cláramente nuestro interés por crecer profesionalmente, etc. Frente a los problemas que podamos identificar como causa de nuestra frustración hay que actuar más con el razonamiento que con la emoción. Sólo así podremos tomar la distancia adecuada para buscar y encontrar soluciones.
· Hacer frente a los inconvenientes que hacen desagradable y frustrante nuestro trabajo. Muchas de las cosas que más nos incomodan en la labor del día a día no son imprescindibles. Hablemos francamente de su eliminación con nuestros mandos, o como mínimo de la disminución de su peso.
· Por el contrario, hemos de aprender a tolerar y admitir todas aquellas actividades que sean necesarias, aunque nos incomoden. Oponernos frontalmente a ellas sólo será causa de mayor frustración e irritabilidad.
· Hacer oídos sordos a los rumores constantes que circulan en el ámbito laboral. Darnos cuenta de la distorsión que se genera de las noticias, de las exageraciones, de la misma falsedad que en ocasiones se esconde detrás de ciertos rumores. Oídos sordos. No hay que dejar que estas cosas nos influyan y, por supuesto, no tenemos que colaborar en lo más mínimo en su difusión.
En definitiva:
· Asegurarnos de que esta profesión es la nuestra y la que nos puede hacer felices.
· Esforzarnos por comprender y admitir los puntos de vista de los profesionales objetivo de nuestro trabajo y de nuestros compañeros.
· Buscar puntos de encuentro con nuestra empresa, detectando y aplicando soluciones a los principales puntos de fricción con la misma.
· No dejarnos influir por rumores, exageraciones y falsedades que circulan por el sector.
En cuanto a nuestras emociones, cabe vigilar espontáneos brotes de irritabilidad poco comunes, no abusar del cinismo, buscar la parte positiva de las cosas y huir de la negatividad destructiva e innecesaria.
CONCLUSIONES
La habitual y coloquial expresión “estoy quemado” tiene un fondo pernicioso que puede acabar en un estado permanente de cansancio emocional, ausencia lacerante de realización personal y sentimientos negativos que pueden necesitar tratamiento especializado.
Para evitar todo ello, lo primero es identificar el proceso, darnos cuenta de que estamos en un camino equivocado y ponernos manos a la obra para paliarlo en la medida que nos sea posible.
Podemos esperar que el mundo cambie a nuestro alrededor con el único objetivo de hacernos la vida más fácil. Pero, mientras ello ocurre, también podemos poner algo de nuestra parte. Reconocer que nuestro trabajo nos da muchas satisfacciones, esforzarnos en admitir otros puntos de vista, ver el punto positivo de las cosas y afrontar el futuro y todos los cambios que puedan venir con él con optimismo y esperanza. La profesión del visitador médico es la mejor que puede desempeñarse... ¡aunque sólo sea porque es la nuestra!.
-------------------------------------------------------------------------------------
(VER TABLAS PARTE II AL FINAL DEL ARTÍCULO)
--------------------------------------------------------------------------------------
TABLAS
PARTE I
¿QUÉ ES EL SÍNDROME DE BURNOUT?
El síndrome de Burnout o síndrome de “estar quemado” fue descrito por primera vez en la década de los setenta. Es una respuesta a la tensión o estrés laboral que se produce como consecuencia de una discrepancia entre las expectativas laborales que nos hacemos y un trabajo diario real mal asimilado y aceptado.
Inicialmente descrito como una manifestación de profesionales dedicados a la atención y el cuidado de pacientes o personas necesitadas (médicos, enfermeras, asistentes sociales, educadores, personal de seguridad, etc.), en los últimos años ha visto ampliada su descripción a otro tipo de profesionales, sobre todo los que tienen relación habitual con otras personas como clientes o colaboradores (directivos o mandos intermedios de empresas, comerciales, deportistas, etc.).
Los Departamentos de Recursos Humanos de las empresas saben que se trata de una causa importante de incapacidad laboral que precisa ser tenida en cuenta y abordada.
Las manifestaciones con que cursa el síndrome de Burnout se mueven en torno al ámbito emocional, con afectación de la conducta y el comportamiento, e insidiosos síntomas psicosomáticos.
Estas manifestaciones pueden ser:
· Emocionales: frialdad en las relaciones humanas, insensibilidad, cinismo, aburrimiento, falta de concentración, irritabilidad, negatividad, falta de autoestima, sentimientos depresivos.
· Conductuales: absentismo laboral, superficialidad en las relaciones personales, distanciamiento afectivo con compañeros o clientes, aumento de la agresividad y la conflictividad, incapacidad de relajarse, disminución de la eficiencia en el trabajo y bajo rendimiento laboral.
· Psicosomáticos: cefaleas, problemas gastrointestinales, dolores musculares, fatiga crónica, insomnio.
ETAPAS
En la aparición de esta sensación de profunda quemazón interna pueden describirse varias etapas.
· Al principio aparece una percepción paulatina y continuada del ambiente y la dedicación laboral como algo que se aleja del ideal imaginado. Esta percepción se ve acelerada por el contagio de las opiniones y los puntos de vista de compañeros de trabajo en etapas más avanzadas del proceso.
· En una fase algo más avanzada, empiezan a faltar las ganas de ir a trabajar. La idea de afrontar un día laborable se hace difícil al levantarse por la mañana.
· Poco a poco empieza a asentarse una sensación de “todo el mundo está contra mí” y se deterioran las relaciones con colegas, clientes o la “empresa” en general. Aparecen los síntomas psicosomáticos, cefalea, insomnio, problemas gastrointestinales.
· La disminución de la capacidad laboral se incrementa día a día, con una sensación de decepción que se focaliza en muchas ocasiones contra la empresa. Puede producirse absentismo laboral.
· Se alcanza una fase de frustración manifiesta, que no concede descanso a los pensamientos negativos contra todo lo relacionado con la profesión.
· Al final se alcanza una etapa de absoluta falta de vocación laboral, agotamiento emocional y síntomas depresivos cuya reversibilidad precisa de tratamiento especializado.
La aparición del síndrome de Burnout es insidiosa, es decir, las manifestaciones van apareciendo de forma paulatina e inicialmente inofensiva. Su intensidad es variable, lo que hace que se confunda con facilidad con el desgaste propio que ocasiona toda profesión.
Otra característica es que los afectados niegan sistemáticamente su existencia, aferrándose a la idea del fracaso profesional y personal. Los compañeros de trabajo son los primeros en apreciar la aparición de manifestaciones emocionales o de conducta de difícil explicación.
Se trata de un camino en el que podríamos encontrar a un cierto número de profesionales del sector. Un camino que conduce claramente hacía la infelicidad y que, de no abandonarse a tiempo, exige un gran esfuerzo para ser desandado.
FACTORES DE RIESGO
En la Visita Médica confluyen una serie de factores que la convierten en una labor profesional con riesgo de padecer este síndrome. Algunos de estos factores son:
· Se trata de una profesión que exige fluidas y continuadas relaciones con otras personas, bien sean los receptores de nuestra labor profesional (médicos, farmacéuticos) o compañeros de trabajo.
· La dificultad de relación con los profesionales sanitarios. El receptor de la visita médica tiene normalmente muchos más conocimientos sobre lo que se transmite, lo que genera inseguridad en el emisor. Por otra parte, averiguar y cubrir las expectativas de los médicos no es una tarea sencilla. ¿Qué se espera de nuestros productos?. ¿Qué espera el médico de la tarea del visitador?.
· Es una profesión comercial, en la que, más tarde o más temprano, acaban primando los resultados por encima de todo. La labor comercial tiene un punto de sana tensión que en el fondo es lo que la hace atractiva. Pero hay que estar atentos para tener siempre bajo control esta tensión.
· Los resultados no son inmediatos, hay que esperar a disponer de los datos mensuales ¡a finales del mes siguiente!, lo que puede añadir más tensión al trabajo del día a día. No se puede calibrar en cada instante el éxito o el fracaso, que se perciben a borbotones. La sensación final es la de no tener en las manos las riendas de la gestión comercial.
· La tendencia actual de las empresas a bajar el nivel de decisión a las personas directamente implicadas en los resultados. Cada vez menos las actividades promocionales nos llegan dirigidas desde la Central y cada vez más gran parte de los presupuestos están en manos del visitador médico. Si por una parte ésto obedece a una petición que desde la red se ha venido reclamando desde hace años, por otra exige un nivel de responsabilidad que algunas personas no están dispuestas a asumir. A mayor grado de autogestión, mayor responsabilidad directa en los temas. Cada uno debe valorar si su balanza personal se inclina hacia la toma de decisiones y la responsabilidad que la acompaña o hacia la tarea ejecutora decidida por otras jerarquías.
· Se forma parte de una red comercial muy amplia, constituida en ocasiones por cientos de personas, lo que deshumaniza en parte el trato con “la Central”, la empresa en suma. Se ralentiza el feed-back entre la persona y su empresa y la comunicación se percibe como difícil.
· Es una labor que exige un nivel alto de conocimientos técnico-científicos. Tanto los productos como los profesionales sanitarios a los que se dirige la comunicación, exigen estar al día en aspectos tan dispares como son la fisiopatología, la farmacología, la farmacocinética, la estadística o los mecanismos de acción de los principios activos. Esta exigencia de conocimientos recae en muchas ocasiones, además, en personas con estudios elementales o alejados del ámbito sanitario, a las que se les exige que estudien manuales técnicos o que lean publicaciones de ensayos clínicos y entiendan la especificidad de sus resultados, en ocasiones difíciles de interpretar por los propios especialistas del tema.
· La necesidad que tienen las empresas de realizar un adecuado seguimiento de las actividades y la labor profesional de sus empleados, aún más si cabe si se trata de personas con libertad de acción en cuanto a horarios o movilidad geográfica. Hay planes de trabajo que cumplir, a nivel de productos a trabajar, especialistas a visitar, actividades a implementar, rutas a realizar, etc. Hay ratios que cubrir, en cuanto a visitas/día, coberturas, etc. Y el seguimiento de todo ello, que debería entenderse y transmitirse como una herramienta útil para detectar puntos de mejora, poner en marcha planes de contingencia, medir y analizar desviaciones para su corrección, etc., en la mayoría de las veces se percibe como un puro método de control y penalización. Las personas que lo perciben como esto último, añaden una buena dosis de presión a su labor profesional.
· Los cambios profundos que se están produciendo en el sector y la inmediatez de sus consecuencias en la profesión. Medidas encaminadas a la contención del gasto sanitario que generan incertidumbre respecto a lo que pueda suceder en el futuro a corto plazo. Una lógica resistencia al cambio, sobre todo en personas con larga trayectoria profesional y con alto poder de influencia sobre el estado de ánimo de las nuevas incorporaciones, que se traduce en la expresión “cualquier tiempo pasado fue mejor”.
· La sucesión imparable de fusiones, alianzas, etc. que viene produciéndose en el mercado farmacéutico desde hace unos años, que disminuyen considerablemente las dosis de seguridad que todos buscamos en el trabajo y la lealtad a una firma empresarial en concreto.
· El contacto diario, habitual, casi obligado con numerosos colegas de múltiples empresas del sector, con los que se comparten horas de conversación, desayunos, comidas, etc. Ello provoca dos efectos: de una parte la pérdida del sentimiento de pertenencia a una empresa en contraposición a las empresas competidoras y la existencia de un corporativismo a veces mal entendido, y de otra la circulación de noticias o medias noticias sobre el sector en forma de rumores, en ocasiones infundados, pero que alimentan un caldo de cultivo pernicioso y que se suma a la dificultad de comunicación empresarial mencionada anteriormente.
· La sensación de estar realizando una tarea “en contra del bien común”, fundada en la posición que adoptan en ocasiones algunos sectores de la administración, posición que poco menos que culpabiliza a la Industria Farmacéutica de todos los males que acontecen a la Sanidad Pública. El gasto en farmacia aparece en los medios de comunicación como el principal motivo del gasto en sanidad y su crecimiento se convierte en estas informaciones como la principal amenaza al sostenimiento de la Sanidad Pública. Ello genera en algunos profesionales del sector un falso sentimiento de culpa que abona la frustración.
CONSECUENCIAS
Las consecuencias de éstos y otros factores, representan la entrada en una perniciosa dinámica de negativismo y desencanto que puede ser la vía de acceso al síndrome de Burnout descrito en este artículo. Algunos de los síntomas personales y profesionales que desencadena esta situación son:
· Sentimiento profundo de que todo lo que nos rodea en el trabajo está en contra de nosotros. Los médicos, la competencia, la administración, la empresa, todo absolutamente todo está aliado para complicarnos la vida.
· Se establece una continua e inexplicable lucha interior con la empresa. Se genera una percepción negativa de todo mensaje que se recibe de “la Central”. Se hace imposible ver la más mínima mejora a cualquier aspecto que se vea modificado en las relaciones con la empresa. Una ampliación de los datos de mercado para su análisis, es complicar la gestión de los números, un cambio de vehículo de empresa hacia un modelo de mayor nivel, se queda corto respecto a “lo que debería ser”, un premio de cualquier tipo, podría haber sido mejor o contempla injusticias en su aplicación que nos afectan, etc. Se considera imposible que la empresa pueda realizar cambios a mejor. Siempre se busca una segunda intención perniciosa.
· Temor a que cualquier cambio en el entorno o en el mismo mercado pueda redundar en un rápido y radical empeoramiento de los resultados. Es un temor inconfesable que se traduce en una búsqueda constante de justificaciones y culpables externos a estos resultados.
· Sensación de que las exigencias formativas están por encima de nuestras posibilidades. Se entra en un círculo vicioso consistente en utilizar cada vez menos los argumentos técnico-científicos, centrando la promoción en las relaciones personales, y considerar inútil e innecesaria cualquier tipo de formación técnica.
· Profundo sentimiento de estar infravalorados por la empresa en general y por sus mandos en particular. El salario es poco, los incentivos insuficientes, los beneficios sociales no existen, la antigüedad o la experiencia no se reconocen, en “la Central” no escuchan, no ayudan, más al contrario, son una barrera a vencer para poder seguir realizando nuestro trabajo en condiciones.
· La empresa es un enemigo intangible que nos controla para castigarnos, se comunica con nosotros para amenazarnos o presionarnos, que se esfuerza por cambiar todo lo que hasta ahora había funcionado por complicados sistemas que nunca acaban de aprenderse y que nunca funcionarán bien.
· Percepción de que en un buen número de empresas competidoras se gana más, los incentivos son mejores, se trabaja menos o “mejor”, el ambiente es más positivo, los mandos más comprensivos, etc.
Las iniciales posiciones de fuerza frente a todo (el mercado, el entorno, la empresa, los compañeros, etc.), a medida que crecen en irritabilidad, agresividad y negativismo, van siendo interiorizadas como un fracaso personal, con un creciente sentimiento de falta de autoestima y de estar presos en un túnel sin salida.
Todo ello y mucho más se resume en una palabra: frustración. Frustración y más frustración. ¿Una exageración?. Los que trabajamos en el sector sabemos que no es así y que son muchos los profesionales de la visita médica que, en mayor o menos grado, tienen sentimientos parecidos a los descritos en los puntos anteriores.
Hasta aquí hemos realizado una somera descripción del síndrome de Burnout, hemos visto los factores de riesgo que entraña la profesión del visitador médico y las consecuencias derivadas del mismo. En el próximo número hablaremos de la autoevaluación y de las medidas que podemos tomar con el objetivo de disminuir las posibilidades de “estar quemado” en nuestro trabajo.
---------------------------------------------------------------------------------------
(VER TABLAS PARTE I AL FINAL DEL ARTÍCULO)
---------------------------------------------------------------------------------------
El síndrome de Burnout en la Visita Médica
PARTE II
Resumen de la Parte I:
· El síndrome de Burnout o síndrome de “estar quemado” es una respuesta personal a la tensión o estrés laboral. Cursa con manifestaciones emocionales como la irritabilidad, insensibilidad, falta de autoestima, cinismo, etc., conductuales como el absentismo laboral, el distanciamiento afectivo, el aumento de la agresividad, etc., y psicosomáticos como cefaleas, fatiga crónica, manifestaciones gastrointestinales, insomnio etc. Es un síndrome insidioso fácil de confundir con el desgaste propio de la profesión, pero que puede conducir a graves trastornos.
· La profesión del visitador médico tiene unos factores de riesgo que pueden inducir a caer en las garras de este síndrome. Sus consecuencias conducen a una frustración insoportable que puede acabar necesitando tratamiento.
A continuación intentaremos ver si podemos hacer algo al respecto para evitar padecer este pernicioso síndrome.
EVALUACIÓN
Existen cuestionarios autoaplicados especialmente diseñados para medir el síndrome de Burnout. El cuestionario de Maslach o MBI (Maslach Burnout Inventory), con algunas aplicaciones a distintos tipos de profesiones, es un cuestionario de fácil aplicación que define el grado de cansancio profesional, de despersonalización y realización personal de forma fiable.
No es motivo de este artículo de opinión tratar este punto con detalle, ya que es algo que debe quedar en manos de profesionales específicos, sólo señalar que es posible reconocer la existencia del síndrome y su grado de evolución. Cualquier profesional que crea estar inmerso en esta situación, debería acudir a un especialista y ponerse en tratamiento.
En último término, todo se reduce a hacernos preguntas como éstas:
· ¿Me agota emocionalmente mi trabajo?
· ¿Me cuesta mucho levantarme por la mañana para ir a trabajar?
· ¿Me estresa trabajar con otras personas?
· ¿Me siento cómodo y relajado con mis clientes?
· ¿Creo que el trabajo me está endureciendo en mi vida personal?
· ¿Me siento “quemado” en mi trabajo?
etc.
¿QUÉ PODEMOS HACER?
Aún aceptando que muchos de los aspectos descritos como consecuencias de padecer el síndrome de Burnout pueden tener una base real y podrían explicarse racionalmente, las soluciones a este sentimiento de frustración no podemos esperar que nos vengan de fuera, sino que tenemos que solicitar ayuda y buscarlas en nuestro interior. ¿Qué podemos hacer al respecto?.
En primer lugar, en el caso de que los compañeros de trabajo, los amigos o la familia nos hagan notar que podemos estar inmersos en un proceso como el descrito, lo primero es ponerse en manos de un especialista en tratar procesos psicopatológicos y huir de la automedicación.
Si simplemente pensamos que nos encontramos muy al principio del proceso o queremos evitar entrar en el mismo, me atrevería a proponer algunas opiniones personales al respecto:
· Lo primero convencernos de que éste es nuestro trabajo, de que nos resulta atractivo y que no sólo es una forma como otra de ganarnos la vida, sino la nuestra, es decir, la mejor. Si no logramos autoconvencernos de ello, lo mejor será buscar otro medio de ganarnos la vida. Es cierto que no se trata de la típica profesión que se menciona cuando somos niños. Nadie es “visitador médico” por temprana vocación (a excepción quizás de personas con familiares muy directos dedicados a este trabajo). Los motivos por los que se llega a esta profesión son muy diversos y difíciles de enumerar. Pero lo que es imprescindible es reconocer si nos puede llenar de satisfacción.
· Reconocer los puntos fuertes de la relación con los profesionales receptores de nuestros esfuerzos. Valorar en lo que valen las relaciones personales que se establecen, la imagen profesional que día a día nos vamos labrando, el dominio de las características de los productos que trabajamos, etc. Es decir, darnos cuenta de que nuestros esfuerzos tienen una recompensa de carácter personal.
· Hacer un esfuerzo por comprender que los compañeros no tienen que pensar igual que nosotros, que pueden opinar de distinta forma y que sus opiniones no son un ataque frontal a las nuestras, sino una fuente de enriquecimiento. Buscar el consenso, lo que implica no aferrarnos a nuestro punto de vista, sino ceder en parte para ganar globalmente.
· Buscar puntos de entendimiento con la empresa. Pensar que la empresa precisa de los mejores profesionales y que no todo lo que pone en práctica está equivocado. Todo, absolutamente todo puede analizarse desde una perspectiva positiva o negativa. Tenemos que hacer un esfuerzo auténtico y real por adoptar la visión positiva en nuestra relación con la empresa. Sólo así podremos empezar a cultivar el sentido de pertenencia y liberar la lealtad que en el fondo todos queremos tener y que nos hará sentir más seguros y mejor tratados.
· Buscar y detectar nuestro problema “princeps” con la empresa. ¿Cuál es la raíz de nuestro enfado con ella?. ¡Hay que saberlo!. Porque es seguro que hay un problema principal que genera una insatisfacción creciente. ¿Nos sentimos peor pagados que otros compañeros?. ¿No se reconoce nuestra veteranía y se hace más caso a los recién llegados?. ¿Nuestras opiniones no son escuchadas en ningún foro?. ¿No estamos de acuerdo ni nos parecen adecuadas las actividades promocionales que nos impone la empresa?. ¿Tenemos poco o excesivo margen para decidir cosas por nuestra cuenta, para actuar de motu propio?. ¿Nos sentimos capacitados para una promoción que no llega?. Tiene que haber un problema principal que arrastra a todos los demás. Hay que buscarlo, reconocerlo y poner todo nuestro énfasis y esfuerzo en que sea resuelto, solicitando un merecido aumento salarial, exigiendo que nuestra voz sea escuchada, proponiendo actividades alternativas para nuestro territorio, mostrando que somos capaces de decidir por nuestra cuenta y de que ello aporta valor a nuestro trabajo y mejora los resultados, mostrando cláramente nuestro interés por crecer profesionalmente, etc. Frente a los problemas que podamos identificar como causa de nuestra frustración hay que actuar más con el razonamiento que con la emoción. Sólo así podremos tomar la distancia adecuada para buscar y encontrar soluciones.
· Hacer frente a los inconvenientes que hacen desagradable y frustrante nuestro trabajo. Muchas de las cosas que más nos incomodan en la labor del día a día no son imprescindibles. Hablemos francamente de su eliminación con nuestros mandos, o como mínimo de la disminución de su peso.
· Por el contrario, hemos de aprender a tolerar y admitir todas aquellas actividades que sean necesarias, aunque nos incomoden. Oponernos frontalmente a ellas sólo será causa de mayor frustración e irritabilidad.
· Hacer oídos sordos a los rumores constantes que circulan en el ámbito laboral. Darnos cuenta de la distorsión que se genera de las noticias, de las exageraciones, de la misma falsedad que en ocasiones se esconde detrás de ciertos rumores. Oídos sordos. No hay que dejar que estas cosas nos influyan y, por supuesto, no tenemos que colaborar en lo más mínimo en su difusión.
En definitiva:
· Asegurarnos de que esta profesión es la nuestra y la que nos puede hacer felices.
· Esforzarnos por comprender y admitir los puntos de vista de los profesionales objetivo de nuestro trabajo y de nuestros compañeros.
· Buscar puntos de encuentro con nuestra empresa, detectando y aplicando soluciones a los principales puntos de fricción con la misma.
· No dejarnos influir por rumores, exageraciones y falsedades que circulan por el sector.
En cuanto a nuestras emociones, cabe vigilar espontáneos brotes de irritabilidad poco comunes, no abusar del cinismo, buscar la parte positiva de las cosas y huir de la negatividad destructiva e innecesaria.
CONCLUSIONES
La habitual y coloquial expresión “estoy quemado” tiene un fondo pernicioso que puede acabar en un estado permanente de cansancio emocional, ausencia lacerante de realización personal y sentimientos negativos que pueden necesitar tratamiento especializado.
Para evitar todo ello, lo primero es identificar el proceso, darnos cuenta de que estamos en un camino equivocado y ponernos manos a la obra para paliarlo en la medida que nos sea posible.
Podemos esperar que el mundo cambie a nuestro alrededor con el único objetivo de hacernos la vida más fácil. Pero, mientras ello ocurre, también podemos poner algo de nuestra parte. Reconocer que nuestro trabajo nos da muchas satisfacciones, esforzarnos en admitir otros puntos de vista, ver el punto positivo de las cosas y afrontar el futuro y todos los cambios que puedan venir con él con optimismo y esperanza. La profesión del visitador médico es la mejor que puede desempeñarse... ¡aunque sólo sea porque es la nuestra!.
-------------------------------------------------------------------------------------
(VER TABLAS PARTE II AL FINAL DEL ARTÍCULO)
--------------------------------------------------------------------------------------
TABLAS
PARTE I
1. Manifestaciones del Síndrome de Burnout
· Emocionales: Frialdad, insensibilidad, cinismo, aburrimiento, irritabilidad, negatividad, falta de autoestima, sentimientos depresivos.
· Conductuales: Absentismo, superficialidad y distanciamiento afectivo, agresividad y conflictividad, bajo rendimiento laboral.
· Psicosomáticos: Cefaleas, problemas gastrointestinales, dolores musculares, fatiga crónica, insomnio.
2. Etapas del Síndrome de Burnout
· Percepción inicial paulatina y continuada de la dedicación laboral como algo alejado de un ideal imaginado.
· Falta de ganas de ir a trabajar.
· Asentamiento de la sensación de “todo el mundo está contra mí”. Deterioro de las relaciones con colegas, compañeros y clientes.
· Aparición de los primeros síntomas psicosomáticos.
· Clara disminución de la capacidad laboral. Absentismo laboral.
· Frustración manifiesta, pensamientos negativos dominantes.
· Falta de vocación profesional, agotamiento emocional, síntomas depresivos.
3. Factores de Riesgo del Visitador Médico
· Profesión que exige relaciones con otras personas.
· El receptor del trabajo es una persona altamente cualificada.
· Es una profesión finalmente comercial.
· Se forma parte de amplias redes comerciales.
· Hay muchos elementos de control propiciados por las empresas.
· Las fusiones y cambios en las empresas son constantes.
· El sector está sufriendo cambios profundos a nivel administrativo.
· Existe un cierto sentimiento de realizar una tarea insolidaria con la sociedad.
PARTE II
1. AUTOEVALUACIÓN
· ¿Me agota emocionalmente mi trabajo?
· ¿Me cuesta mucho levantarme por la mañana para ir a trabajar?
· ¿Me estresa trabajar con otras personas?
· ¿Me siento cómodo y relajado con mis clientes?
· ¿Creo que el trabajo me está endureciendo en mi vida personal?
· ¿Me siento “quemado” en mi trabajo?
Etc.
En caso de sospechar que estamos en el camino de padecer este síndrome, acudir a un especialista.
2. ALGUNOS CONSEJOS
· Acudir a un especialista y huir de la automedicación.
· Convencernos de que la visita médica es la profesión que deseamos.
· Valorar muy positivamente la parte relacional de nuestro trabajo.
· Comprender a las personas que nos rodean y admitir opiniones contrarias a las nuestras.
· Buscar puntos de entendimiento con nuestra empresa.
· Ser flexible con los posibles inconvenientes que se presenten en el desarrollo de nuestra labor profesional. Intentar eliminarlos o aprender a tolerarlos.
· Hacer oídos sordos a la rumorología.
……………………………………………………………………
No hay comentarios:
Publicar un comentario