De Túnez a Egipto, de Egipto a Libia y de Libia… ¡a Japón! Los acontecimientos ganan y pierden cuota de pantalla en los informativos a velocidad de vértigo. Llegan, ocupan los primeros minutos de todos los noticiarios y las primeras páginas de los periódicos, permanecen ahí unos pocos días… y desaparecen empujados por el siguiente asunto.
Es así como hemos dejado de hablar de Túnez, país y revolución que hemos aparcado y que parece ya no existir. ¿Un dictador menos? ¡Conseguido! ¿Un cambio de gobierno? ¡Conseguido! ¿Un país decididamente camino de la democracia? ¡Conseguido!... o no… Y nos quedamos tan tranquilos. Con Egipto lo mismo, con el morbo adicional de que se trata de un país enorme, con 80 millones de habitantes y, además, muy mediático por lo conocido de sus monumentos. Manifestaciones en la calle, establecimiento de un centro de reunión fijo donde pueden instalarse con comodidad los medios de comunicación, con sus furgones, cámaras y confortables mobil-homes , cierta resistencia del dictador con abandono final, alegría en las calles… y fin de la historia. A otra cosa.
Afortunadamente en Libia las cosas se han complicado. Afortunadamente para los medios. El dictador planta cara y, de pronto, empieza a recuperar terreno. Y como por arte de magia, vemos imágenes de cientos de personas esgrimiendo las banderas verdes de Gadafi… Vaya, increíble, ¿no nos repetían una y otra vez en los informativos que “el pueblo Libio se levanta contra el dictador”? Ahora resulta que hay una parte del pueblo libio que está con él… Bueno, seguro que lo harán por fuerza mayor… Primera página permanente en todos los informativos hasta… ¡hasta que en Japón la tierra se resquebraja y el mar decide darse una vuelta por el interior del país!
El terremoto de Japón y la alarma nuclear desencadenada por el mismo han relegado todo lo demás a un segundo, tercer y cuarto plano.
Por lo visto en Túnez y en Egipto las cosas van sobre ruedas. Hay un gobierno de transición que está trabajando con seguridad para establecer un sistema democrático en el país, se han acabado las manifestaciones violentas y ha dejado de haber muertos en las calles, la gente ha regresado a sus trabajos y todos tan felices. En cuanto a Libia, lo que ahora nos parece más interesante es regodearnos con la lentitud de las decisiones que nunca llegan con el inmenso aparato burocrático en que hemos convertido la Unión Europea.
¿Cuánto nos durará Japón en portada? Pronto lo dejaremos atrás, devorado por algún otro acontecimiento mundial. Mientras, en Túnez seguirán las manifestaciones, el gobierno sobrevivirá con mucha dificultad a la turbulencias de la calle, los partidos o algo que intenta parecérsele disputarán luchas entre ellos por hacerse con el poder y la democracia, con mucha probabilidad, tardará en llegar. En Egipto, otro tanto de lo mismo, con los militares en el poder y un país dividido (casi ha pasado desapercibido esta misma semana el reinicio de las luchas entre musulmanes y cristianos coptos, con quema de iglesias, heridos y muertos en los atentados). Libia acabará mal, muy mal, posiblemente con una intervención militar extranjera que seguramente acabará con Gadafi pero que puede iniciar una especie de Irak segunda parte. Y cuando Japón deje de parecernos interesante (nos atraen las imágenes terroríficas del mar arrasando casas, pero ya no nos parecerá tan atractivo ver las aburridas operaciones de desescombro), pasaremos página y a otra cosa.
Supongo que no puede ser de otra manera, pero a mí me deja un gusto amargo que no sé explicar muy bien.
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