Uno de los libros que he empezado este verano es “Sobre el tiempo”, un ensayo sobre este escurridizo concepto que el filósofo Norbert Elias escribió a mediados de la década de los 80. Sólo quiero destacar un par de ideas de esta obra que me han llamado la atención, empezando por la definición del “tiempo” que propone Elias:
“La palabra tiempo es el símbolo de una relación que un grupo humano, esto es, un grupo de seres vivos con la facultad biológica de acordarse y sintetizar, establece entre dos o más procesos, de entre los cuales toma uno como cuadro de referencia o medida de los demás”.
Elias aboga por enfocar la palabra “tiempo” no como un sustantivo, es decir como algo concreto e independiente de la razón humana, sino como “un producto de una necesidad colectiva que los humanos realizan para organizar y satisfacer sus quehaceres sociales”. El “tiempo” por tanto no es un objeto con una existencia independiente, sino una acción humana dirigida a sincronizar posiciones o procesos.
Elias se pregunta cómo puede medirse algo que los sentidos no pueden percibir. El tiempo no se puede ver ni sentir, ni escuchar , ni gustar, ni olfatear, por lo que no forma parte del mundo de los sentidos. Es por ello que hay que abordarlo como una acción, un verbo, y no como un sustantivo que tiene vida en sí mismo y que seguiría estando presente en la naturaleza sin la presencia humana.
El tiempo es, por tanto, una acción específica de las personas, una necesidad, que si en un principio tomó como base de partida la posición de los astros en el cielo (sobre todo el sol y la luna) y la repetición de sus ciclos naturales, poco a poco fue convirtiendo lo natural en símbolos y hoy estamos atrapados en ellos sin apenas relación con sus orígenes naturales. El “tiempo” hoy son los calendarios, los años, meses, días, como conceptos ausentes de su sentido natural.
Un ensayo que invita a la reflexión y que sigue haciéndome pensar que el “tiempo” no existe, que los acontecimientos no tienen un “fluir” continuo y que todo ello no es más que una forma de enfocar el mundo que necesitamos hacer los seres humanos. Tras cientos de miles de años de formación, nuestro cerebro ha adquirido la facultad de relacionar todos los “momentos” de la existencia y colocarlos entre el pasado el presente y el futuro.
Sigo pensando que cada momento es único y que el concepto “tiempo” sirve para mantenernos atados a la sociedad en la que vivimos de forma ordenada. Sin “tiempo” no podríamos vivir. Al menos no como “seres humanos”.
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