Hoy se cumplen 25 años del día de mi boda. 25 primaveras y dos hijos después, seguimos juntos en el camino. Un largo amor que merece celebrarse:
Un largo amor es una travesía oceánica
con muchos puertos.
Un largo amor está plagado de bahías
costas y ensenadas.
El amor breve, en cambio,
apenas permite un corto paseo
a pocas millas de distancia.
¿Cómo apreciar el efecto del viento,
las mareas, las noches estrelladas,
las estaciones, el vuelo de las gaviotas,
las tormentas y los amaneceres?.
Un largo amor no permite engaños
ni fraudes sostenidos
ni alardes permanentes.
El amor breve se consume en fantasías,
consciente de su brevedad,
se reconoce acabado antes de estarlo
y se inunda de prisas y ansiedad,
fugaz y efímero, sin historia ni destino.
Un largo amor no necesita condiciones
ni batallas de corto alcance.
Un largo amor se mece en olas suaves
y no se alimenta de promesas ni intenciones.
Un largo amor es una madeja interminable
que teje realidades en un viaje sin retorno,
de camino ancho y una sola dirección,
en el que no se precisan maletas ni equipajes.
Un largo amor no tiene fórmulas ni recetas,
no precisa manuales ni guarda enigmas ni secretos
y a la vez es inexplicable.
El amor breve es una sequía
que se anuncia detrás de desbordamientos
e inundaciones,
una previsión inquebrantable
de batallas por ganar,
de derrotas seguras.
El largo amor, al contrario,
es una tregua cálida y suave,
una solemne declaración de paz.
Un largo amor, como el nuestro,
además, es un enorme álbum de recuerdos.
Los años pasan, pero las manos son las mismas:
En 1986:
En 2011:
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