martes, 30 de marzo de 2010

A UNA PERSONA JOVEN

Hay una edad en la que se cree haber llegado pero que aún tiene muchas metas que cruzar hasta reconocer que no hay finales, sino principios.

Somos frutas en permanente maduración. El cuerpo es fiel reflejo de los estados de madurez, pero, ¿y la personalidad?, ¿cómo aspirar a tener una personalidad madura? No soy yo quién tiene las respuestas a los secretos de la vida, pero tras medio siglo de existencia, algo de experiencia tengo acumulada.

 

En primer lugar, busca acertados modelos de identidad. En este nuevo principio en el que te encuentras, no prestes demasiada atención al fracaso, las desdichas y los negros presagios, a la gente ceniza que te ensombrezca los anhelos o a aquellos que hayan optado por malbaratar sus vidas. Ahora no toca. No pueden ser tu ejemplo.


Mi segundo consejo es que, de vez en cuando, sin obsesiones, reconozcas tus actitudes y tus limitaciones, lo que los filósofos griegos llamaban “conocerse uno mismo”. Conócete a ti mismo y pondera riesgos y expectativas.


Tercero, busca una ecuación útil y ajustada a tus pensamientos entre el corazón y la cabeza. Da igual si uno es el número base y el otro el exponencial o viceversa, pero busca el equilibro entre tu intelectualidad y tu afectividad.



Cuarto, pon límites al hedonismo que te rodea, el placer por el placer, a cualquier precio, acaba siendo una bomba de relojería, controla tus deseos y no serás esclavo de ellos.



Quinto, sé natural y sencillo, más cuánto más creas saber, muéstrate inseguro,
flexible, oscila y no te conviertas en algo compacto, sin formas ni matices.



Sexto, sé consciente de tu temporalidad, vive en el presente, asume tu pasado
y empápate de porvenir.



Séptimo, adquiere responsabilidad, esa palabra de la que tanto te hablarán a partir de ahora. Responsabilidad es responder con hechos a las obligaciones contraídas, ser fiel y saber utilizar la libertad con criterios firmes.

Octavo, cultiva las aptitudes para vivir en convivencia, no abandones con facilidad, regala y concédete siempre nuevas oportunidades, ten la calma precisa cuando se requiera y la fuerza de la determinación cuando tengas que hacer algo grande.

Noveno, cuida tu cuerpo, que es el único que tendrás para el resto del camino.


Y el último punto de este particular decálogo, mi décimo consejo es que le eches gracia a la vida, que tengas un buen sentido del humor, que te rías de ti mismo
en una muestra de categoría personal y señorío frente a las adversidades que te encuentres.


Con ello tendrás unos buenos cimientos para construir encima el edificio vital que tú desees.

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domingo, 28 de marzo de 2010

SOBRE LA CIENCIA

El racionalismo científico, la creencia en una causalidad de todos los sucesos, el método científico, la observación, las pruebas, las leyes físicas son la única explicación del mundo que nos rodea que estamos hoy dispuestos a admitir. Esta visión de nuestro entorno es muy nueva para nosotros, algo más de tres siglos, pero en este poco lapso de tiempo ha sido capaz de anular cualquier otra. En esa Revolución científica, los grandes entre los grandes, Newton, Galileo y Descartes desarrollaron el concepto de que los fenómenos tienen explicaciones definidas matemáticamente y que con ello podíamos tener una idea muy clara y concreta de “la verdad” de las cosas. Obviamente no siempre fue así. La filosofía, la intuición, la espiritualidad, la costumbre o simplemente la ausencia de necesidad de explicarlo todo, eran suficientes para comprender. A mediados del siglo XIX el racionalismo científico se impuso de forma radical en occidente y los científicos hincharon el pecho con la certeza de que la ciencia podría explicarlo todo sin excepción.

estrellas

Afortunadamente grandes científicos y pensadores del siglo XX pusieron algunas cosas en su sitio, con corrientes relativistas que si bien no mermaron la supremacía del racionalismo sobre todo lo demás, dieron pie a otras posibilidades de pensamiento. A pesar de ello, para el común de los mortales de nuestra sociedad, la explicación científica es algo sólido y tangible y se considera como la única fuente posible para el conocimiento de la naturaleza y para el progreso. El empuje de grandes científicos, los avances tecnológicos y el progreso al que han dado lugar, en el que destacan la Revolución Industrial y el cambio en los métodos de producción y, consecuentemente, los cambios sociales que provocó, y la Revolución tecnológica en la que estamos inmersos, han sido de tal calado que el racionalismo científico apenas admite discusión. Pero creo que es momento en que empecemos a cuestionarnos esta creencia y este enfoque. La naturaleza que queremos explicar es la que nuestros sentidos son capaces de hacernos percibir. Es decir, con la búsqueda de causalidad y el método científico sólo estamos intentando probar que lo que percibimos, lo que nos llega de lo que nos rodea, tiene una explicación concreta y está sometido a leyes universales. Pero sólo lo que percibimos, y no se trata de un pequeño matiz. Nuestros sentidos son limitados y nuestro cerebro también. La naturaleza, la materia, llega hasta nosotros a través de nuestros sentidos, órganos bastante sencillos, y por si ello fuera poco, nuestro cerebro posteriormente interpreta lo que nos llega. Hay mucho más ahí fuera que influye sobre nosotros y que forma parte del mundo pero que nosotros no podemos captar. La filosofía y las humanidades en general, como formas de desarrollo intelectual y de expresiones de nuestra propia naturaleza, no deberían estar reñidas con la ciencia. No deberíamos aspirar a encerrarlo todo en un cajón lleno de normas, números y leyes. De hecho convivimos con muchas cosas que no caben en ese cajón: la belleza, la gracia o el duende de un artista, lo que sentimos ante una obra de arte, lo que nos inspira, lo que nos dice un poema más allá de las palabras que contiene, la mirada de un ser querido, el instinto que no sabemos de dónde nos llega, y tantas, tantas cosas más. Aplicar el método científico para buscar respuestas es acertado, pero si, además, somos capaces de seguir cuidando de nuestro pensamiento más abstracto y hacemos que ambos enfoques vayan de la mano, puede que las preguntas se reduzcan.

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domingo, 21 de marzo de 2010

SOBRE EVOLUCIÓN Y PROGRESO

Ayer compré un libro de entrevistas a personajes de nuestra época y he vuelto a encontrarme con mi divulgador científico preferido, el zoólogo y geólogo Stephen Jay Gould (http://www.stephenjaygould.org/). Evolucionista convencido, sus teorías explicadas de forma sencilla y divertida en sus numerosos libros, han influido enormemente en mi forma de entender la evolución. S. J. Gould falleció en 2002, pero su legado y su forma de interpretar de dónde venimos y cómo hemos llegado hasta aquí, permanece viva y actual en las páginas de toda su prolífica obra.


En la entrevista en cuestión, Gould explica las diferencias que hay entre evolución y progreso. No podemos afirmar que la evolución en sí misma tenga ninguna tendencia hacia lo que consideramos progreso. Los mismos seres vivos que poblaron y ocuparon la Tierra hace casi 4.000 millones de años son los que lo hacen hoy en día: las bacterias siguen siendo los organismos más diversos y extendidos del planeta. Lo demás, los seres pluricelulares, siendo como somos muy vistosos, no somos más que consecuencias colaterales. Por supuesto que la evolución ha producido de forma creciente formas cada vez más variadas, en adaptación al medio cambiante, pero ello no prueba que haya un objetivo concreto, una tendencia determinada hacia el progreso.

De la obra de Jay Gould recomiendo sin duda “La vida maravillosa”. En este pequeño libro se resume toda su visión sobre la evolución. Para mí fue toda una revelación.



De forma convencional aún se interpreta la evolución según el esquema del “cono de diversidad creciente”, representado de la siguiente forma:

La interpretación de esta imagen muy arraigada en nuestras percepciones conduce a significados erróneos. La altura nos habla del tiempo transcurrido y la anchura de la diversidad morfológica. Pero, ¿cómo interpretamos el “arriba” y el “abajo”? Deberían significar sólo más reciente y más antiguo, pero también nos lleva con facilidad a pensar en más complejo y más sencillo, más avanzado y más primitivo. Es decir, la localización de cada ramita en su posición vertical nos lleva a situarla en el tiempo y además, por desgracia, a dotarla de valor. Y encima de todo ello, situamos al ser humano, como la cúspide de la “pirámide de la vida”. Si fuera así, y teniendo en cuenta que en la escala de tiempo de la evolución aparecimos hace un instante, ¿deberíamos considerar todos los miles de millones de años de evolución como una gran preparación de nuestra llegada? La enorme mayoría de los seres que consideramos más simples que nosotros no son ni de lejos antepasados nuestros, sino ramas colaterales en la evolución de la vida.

S. J. Gould propone un esquema diferente que resume mejor lo que realmente significa la evolución: el esquema de "Diezmación y Diversificación".

Nuestro planeta contiene hoy muchas más especies que en su origen, pero la gran mayoría de ellas deriva de unos pocos diseños morfológicos que aparecieron ya en un principio, en el momento en que explota la vida pluricelular, hace unos 600 millones de años. Los océanos y continentes de hoy en día gozan de un número mayor de especies, pero están basadas en muchos menos planes anatómicos. La máxima gama de posibilidades aparece en el primer impulso de diversificación, el resto es una historia llena de restricciones, desapariciones y adaptaciones a un mundo cambiante.
El cono de diversidad creciente ha llenado los libros de texto de ejemplos erróneos. Todavía aparece en ellos como gran ejemplo de la evolución, los cambios que fueron sufriendo las diferentes especies precursoras de nuestro caballo moderno. Diferencias en tamaño corporal, en los dedos de las pezuñas, la longitud de los dientes, hasta dar con el caballo que conocemos. Y todo ello se describe como un éxito evolutivo, como los pasos necesarios para llegar a la cúspide de la perfección.
S. J. Gould nos habla de una visión totalmente contraria: cuando de una determinada línea evolutiva queda una sóla especie presente hoy en día no debemos hablar de éxito evolutivo, sino de fracaso al borde de la extinción. El éxito evolutivo hay que contemplarlo en los roedores o los murciélagos, verdaderos campeones de la vida mamífera en palabras de Gould. Hay más de 2.000 especies diferentes de roedores clasificadas y un millar del orden de los murciélagos. Estos son ejemplos de ramas diversificadas y vigorosas. ¿Y qué pensar sobre el hombre, única especie viva del orden de los homínidos? Hace unos pocos miles de años éramos aún un par de especies, nosotros y los Neandertales, y un poco más atrás, con el Homo Erectus, posiblemente tres. Ahora sólo una, ¿éxito de la evolución? El 80% de las especies de seres pluricelulares que se conocen son artrópodos. Deberíamos reflexionar un poco acerca de ello.

Por último, decir que quienes defienden la supremacía de la especie humana sobre el resto de seres vivos esgrimen nuestro poderoso cerebro y nuestra capacidad de “dominar” al resto de vida del planeta como argumentos sólidos de nuestra superioridad. Y yo suelo contestar que si un ratón tuviera nuestro cerebro, no sería un ratón, sino otra cosa, pero lo cierto es que los ratones, con sus cualidades y sus desventajas, han llegado hasta aquí, igual que nosotros con nuestro gran cerebro. Aún más, han llegado hasta aquí siendo muchos más y más variados. Y sobre nuestro poder de dominación, siempre me pregunto si las hormigas son conscientes de ellos o si realmente seríamos capaces de “dominarlas” o eliminarlas de la faz de la Tierra sin eliminarnos a nosotros mismos primero.
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miércoles, 10 de marzo de 2010

SOBRE EL MAR



En tu murmullo hay un secreto
difícil de descifrar.
Se adivina en cada ola
pero no se alcanza a desvelar.
Viene y se marcha, como un amante,
leal cuando llega,
infiel cuando se va.
Se escribe en la arena,
con tinta de espuma blanca,
y se borra con facilidad.
Sólo la luna sabe la historia,
sólo la luna la puede explicar,
pero ella calla y sonríe
en su atalaya de estrellas
haciéndose rogar.
Como una promesa sube la marea,
pero terca regresa hacia atrás,
sin dejar huellas de una respuesta,
sin dejarnos apenas preguntar.
Un secreto que atrae miradas,
un secreto que viene de lejos,
un secreto que se oculta en el mar.

Blanco y azul, y más azul.
El mar, insondable y oceánico.
Como el llanto de infinitos ojos.
Como la lluvia de miles de cielos,
de miles de eras.
Finis Terra, el fin del mundo
en la línea del horizonte.
Qué pavorosa catarata
podría haber más allá.
Azul y blanco llegar el mar.
Y acaricia la arena
condescendiente con su rendición.
Y golpea las rocas
que le ofrecen batalla,
ilusas en su pétrea condición.
Baten las olas,
como un corazón viejo y sabio,
y dibujan un rostro
de sonrisas infinitas
sobre el lienzo de la orilla.
Sabe el mar que nos gusta
cuando sonríe.
Sabe que la música que nos trae
nos adormece y sosiega.
Y sabe que es eterno,
poderoso e inconquistable.
El mar, siempre el mar.
Nos atrae y nos domina,
como si de amor se tratara,
como en un juego de seducción.
Algo nos une y nos separa,
pero, ¿qué tiene el mar
que secuestra la mirada?.

¿Qué querrás decirme, mar,
cuando tanto llamas mi atención?
En una de esas horas
en que el sol se refleja en ti,
millones de espejitos centellean
en una sinfonía visual
a la que tus olas,
al llegar a la orilla,
ponen música.
Yo creo adivinar
que lo que pretendes
es dejar constancia de tu majestuosidad
y, con ello, poner mis ambiciones
en su sitio.
Sé que guardas un secreto,
lo traes contigo y te retiras una y otra vez
sin dejarlo prender.
Cuánto más me esfuerzo
en descifrarlo,
más me descubro a mí mismo
navegando con él.

Llegas y te arrastras
indolente sobre la arena húmeda.
Una y otra vez te esparces
en formas y matices desiguales,
marcando los límites irregulares
de tus inmensas orillas.
¿Qué querrás cuando vienes y vienes,
sin descanso, ajena a todo?
¿Qué intención ocultas?
Ronroneas sin tiempo ni fronteras
y, como telón que se abriera,
esgrimes tu espuma blanca y tímida
en cada paso de tus llegadas.
En los días apacibles y mansos,
tienes cuerpo de serpiente
ondulando sobre la arena fina.
Imposible abarcarte en una mirada
Imposible descubrirte en una vida.

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miércoles, 24 de febrero de 2010

INVITACIÓN A SOÑAR


Ayer tuve la oportunidad de asistir a una serie de conferencias en Madrid, invitado por la consultora Daemon Quest, cuyo título general era Marketing Estratégico. Estaban orientadas a los cambios de paradigma y de modelo de negocio que nos obligará a contemplar la revolución de internet, lo que ya llevamos recorrido y lo que aún nos queda por recorrer. El Presidente de Google España, las fundadoras de Rusticae, directivos de Tuenti, etc. nos expusieron su visión de negocio, nos contaron cosas que han puesto en práctica con acierto y nos animaron a tener una visión apasionada del futuro que nos espera.

De todos ellos me gustaría destacar la ponencia del Director de Negocio de Telefónica, José Rocillo. En mi opinión estuvo brillante, aunque quizás lo veo así porque lo que contaba coincidía con mi forma de pensar en los negocios. Comentó que forma parte de los diez miembros del Comité de Dirección de Telefónica. Si esta empresa tiene a una persona como él sentada en su puesto de mando... ¡qué cambio está impulsando!. Resulta que el Sr. Rocillo, una persona con imagen de "ejecutivo senior", de mediana edad, pelo y barba blancos, con tono sosegado y tranquilo pero con un fino humor inglés, habló de la necesidad de pensar en las personas, de ponerlas en el centro de las decisiones, que hay que huir de las "miradas en túnel" tan estrechas, limitantes y contraproducentes, habló de los tres pilares del buen profesional: ser honesto, frugal y estar orientado al cliente ("be honest, be frugal and be customer oriented"), habló de la necesidad de clarificar la "vocación" de la empresa: una vocación hacia la producción... hacia el servicio... hacia el cliente..., habló de la presencia de las emociones en toda decisión empresarial (y personal), habló del objetivo marcado por su empresa de ser "una empresa querida".... pero lo que más me sorprendió es que habló de la necesidad de SOÑAR. Según él, no se trata de "adivinar" el futuro, cosa por otra parte imposible (si tenéis ganas, revisad la entrada del 9 de agosto del año pasado sobre "El cisne negro" de Nassim Taleb...) sino de "soñarlo",de imaginar como nos gustaría que fuera. Una visión esperanzadora del futuro, y apasionada, eso es lo que necesitamos en las empresas...

Como colofón a su presentación, nos pasó un video que nos habla de sueños... En él podemos "escuchar" a un coro de sordomudos... No tiene desperdicio:



Esto es soñar y lo demás son historias...

http://www.youtube.com/watch?v=4uFIPX0n3Gg

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jueves, 18 de febrero de 2010

ANIVERSARIO


50 años no son muchos ni son pocos. Una cifra graciosa. Pero para una sola vida parecen bastantes. 50 años dan para unas cuantas noches de tinta negra y para tormentas suaves y puertos acogedores en los que atracar y buscar descanso.

Hasta hace poco creía que los años servían para elaborar verdades y consolidar certezas. Desde hace un tiempo, en cambio, he anclado en un punto en el que la perspectiva es muy distinta. Radicalmente distinta. Lo resumiré en cuatro ideas.

Ahora creo que la realidad simplemente no existe. O, por puntualizar, que hay muchas realidades, complementarias algunas, contradictorias otras, que están ahí fuera y que no podemos percibir. Nuestra realidad nos llega a través de nuestros sentidos y estos, aunque no nos lo parezcan, son más bien simples. Nos parecen grandes porque son los únicos que tenemos. Pero hay tanto que no podemos percibir…

Por otro lado, ahora también estoy convencido de que el tiempo es un concepto abstracto que sólo tiene sentido y trascendencia para nosotros. En realidad, sin nuestra existencia, el tiempo desaparecería. De algún modo que no alcanzo a comprender, estoy convencido de que cada instante es único y que podríamos vivirlo con la intensidad de lo que se sabe efímero e inaudito, sin fronteras ni pronósticos, sin origen y sin metas, libres de cadenas y planificación.

En tercer lugar, está la vida. Deciros que hace tiempo que llegué a la conclusión de que es más bien poca cosa. Desde lo único que conocemos, lo que nos rodea, podemos decir que parece que la materia tiene una tendencia natural hacia organizarse en formas que llamamos vida, por lo que no debe ser tan compleja ni debería merecer tanta atención. La vida simplemente es, y, por lo general, suele ser poca cosa. Merecería menos búsquedas de sentido y menos trascendencias y que, sencillamente, nos dedicáramos a vivirla.

Por último, las emociones. Las sensaciones nos llegan a través de receptores identificados y conocidos, pero no hemos encontrado ningún receptor de emociones. Y somos una maraña de ellas. Lo cierto es que somos lo que somos porque tenemos emociones. La emoción siempre está unos pasos por delante de la razón. Como leí hace poco, el “pienso, luego existo” es una frase ocurrente de un intelectual que no había sufrido aún un simple dolor de muelas. Ninguna decisión que tomemos, por muy racional que nos parezca, está libre de estar sometida a las emociones.

La no realidad me abre unos horizontes inmensos de mundos por intuir. El no tiempo me invita a disfrutar cada instante como lo que es, algo único e irreproducible. La simplicidad de la vida me aparta de caminos trascendentes y de la búsqueda de soluciones a problemas inexistentes. Y por último, comprender mejor las emociones que me dominan me ayudará a ser mejor persona.

Una visión estimulante de los años que me quedan

Josep Crusellas

domingo, 10 de enero de 2010

Kseniya Simonova: esto es Talento

Kseniya Simonova es una joven que ganó el año pasado la edición ucraniana de "Tienes Talento" con un trabajo con arena. Kseniya representó con arena en movimiento la invasión de Ucrania por parte de los alemanes durante la II Guerra Mundial. Arrancó lágrimas de los ojos de jueces y espectadores. Son 8 minutos que vale la pena ver.

Espero que te guste





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domingo, 8 de noviembre de 2009

SOBRE LA OBRA "EL BESO" DE GUSTAV KLIMT

Hace unos días publiqué una entrada comentando mi descubrimiento de la obra de Gustav Klimt El beso. Pués bien, he profundizado un poco más en el tema.
El beso es considerada la obra maestra de Gustav Klimt. Fue presentada por primera vez en público en la Exposición Kunstschau Wien de 1908 y fue adquirida por la Galería Belvedere de Viena, donde aún puede contemplarse. Klimt (1862-1918) es el máximo representante de la pintura simbolista de la Viena finisecular

El beso, pintado entre 1907 y 1908, es un óleo sobre lienzo de 180x180 cms.

Esta obra marcó la cumbre del denominado periodo dorado de la pintura de Klimt que se desarrolló entre 1903 y 1909 y que se caracterizó por el profuso empleo del oro, la suntuosidad de los motivos ornamentales y el tratamiento de la superficie pictórica a modo de mosaico, un estilo inspirado en los mosaicos bizantinos que tanto impactaron en el artista tras sus viajes a Rávena en 1903. Si bien esta obra no presenta innovaciones fundamentales en lo ya mostrado anteriormente por el autor, sí sintetiza su especial estilo. El motivo del abrazo amoroso, la esfera mística y simbólica independiente de la realidad, los aspectos formales como el formato cuadrado del lienzo o el esquema piramidal de las figuras, así como el tratamiento decorativo similar a los mosaicos bizantinos y el motivo del campo florido, ya habían sido utilizados por el autor en otras obras. Pero en su conjunto, El beso constituyó la máxima expresión de todo ello.

Klimt puso énfasis en la bidimensionalidad de la superficie, anulando toda profundidad espacial. La obra expone la tensión entre el naturalismo de los rostros, manos y pies y la abstracción decorativa de los vestidos, la tensión entre la fuerte carga erótica de la imagen y el sustrato de tipo místico-cósmico del asunto y la tensión entre una pintura concebida para deleitar los ojos de los espectadores y un arte creado para suscitar las fantasías más íntimas del hombre y la mujer.

Sobre una extraña formación rocosa, cubierta por una colorista alfombra de flores, se encuentran los dos amantes tiernamente abrazados, fundidos el uno en el otro. Una especie de abismo se abre a los pies de ella, donde el tapiz de flores se interrumpe repentinamente.

Alfombra de flores:

Un abismo a los pies:

La mujer parece aferrarse a la pradera con los dedos de los pies para evitar precipitarse. Es el riesgo del amor.

Los pies de ella se aferran al suelo:

Bajo una refulgente aureola dorada, la fusión de los cuerpos es tal que resulta difícil interpretar sus figuras individuales. Los cuerpos están, además, ocultos bajo unos mantos muy poco naturales y unos trajes dorados densamente ornamentados. Ceñido el de ella, nos deja ver con claridad las formas de su cuerpo.

Ella muestra su figura sinuosa:

El rostro de él está de espaldas al observador, mostrando la cabeza coronada de flores. El de ella se vuelve hacia el frente, inclinando la cabeza hacia atrás con el rostro ligeramente ruborizado. Mientras él le acaricia la cara, ella tiene los ojos y la boca cerrados, en un estado de ensueño, abandonada a la manifestación de su amor por él.

El rostro de ella:
Los rostros de los amantes:

En el fondo, salpicado de polvo de oro como si de una cortina se tratara, se ha eliminado el horizonte y cualquier otra referencia espacial. Es un lugar indeterminado, sin tiempo ni espacio real, un espacio cósmico ajeno a la realidad.

El fondo:

El ornamento aísla a los personajes para situarlos en una sensual irrealidad. Así aislados, los enamorados se funden en un abrazo apasionado en el que se diluye toda diferencia de género. Sin embargo, los vestidos muestran claras diferencias. El manto del hombre está adornado con formas duras y angulosas y motivos rectangulares verticales que transmiten las cualidades masculinas. En el traje de la mujer aparecen espirales, óvalos, círculos giratorios con motivos florales y de líneas onduladas, que simbolizan los aspectos de la sexualidad femenina. Ella luce más colores que él. El elemento ornamental se convierte en un elemento simbólico sexual.

El vestido de ella:
El vestido de él:

En la composición, el hombre ostenta un papel dominante, arrimando con ímpetu a la mujer hacia sí para besarla. Ella adopta una actitud pasiva, aunque se erige como la protagonista del lienzo, arrodillada como en un gesto de entrega, aunque los dedos de sus manos y sus pies aparecen contraídos, ¿acaso una muestra de rebeldía? Algunos críticos lo han interpretado como un rechazo a la muestra de dominio de su pareja.
Las manos contraídas :

Es una mujer en estado de trance que se abandona a su amante. Con todo, El beso se convierte en una manifestación simbólica y universal de la felicidad amorosa. Representa la unión pasional del amor físico, el encuentro místico entre el amor espiritual y el amor erótico, bajo una estática armonía de ornamento y oro.
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Figura de resina que compré por internet:
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